Cuando el equipo no aparece, ni el mejor sistema puede ser la salvación. Por primera vez en la segunda Era de Teté, optó por jugar con un solo punta, un enganche y dos líneas de cuatro. Se lo tenía guardado porque los once que iban jugar y el dibujo fue una incógnita que el DT anunció apenas media hora antes del partido.

Y cuando se dio a conocer los nombres, habían cuatro cambios con respecto al partido anterior (las salidas de Toranzo y Narváez se conocieron entre semana). Así le dio la chance a Emanuel Más como lateral y a Alonso como volante central.

Hasta ahí todo bien, pero lo curioso fue que ante la necesidad imperiosa y obligatoria de ganar puso a Sebastián Penco como único delantero. Porque más allá que luego el propio Quiroz expresó que Sparapani fue delantero, Lucas nunca estuvo en esa posición y se paró en tres cuartos de cancha para generar, que es su lugar, el juego de enganche.

Así se vio un equipo muy largo, al que le costó tener la pelota, incluso dar dos pases seguidos fue algo tan difícil, como vencer al arquero López.

Llegaron los cambios porque en el medio Alonso ni Belforte le daban ruedo al equipo que ya había perdido a Gallardo por lesión. Y jugado por jugado, todo dibujo se perdió en los últimos 15′, Galarza por momentos fue enlace y hasta el paraguayo Mármol terminó como delantero.

Penco, en su absoluta soledad como ya es una constante, fue con voluntad, pero estaba muy solo, sin ayuda, como todo el partido. En el "partido" que había que ganar.