Ilusionados. Así están los hermanos sanjuaninos Valentín y Felipe Vargas, que suman experiencia compitiendo en Europa y pensando en Tokio.


La ilusión de convertirse en olímpicos en Tokio 2020 es el combustible que alimenta sus expectativas. Nacidos, criados y vecinos de una provincia, como San Juan, sin tradición en un deporte tan competitivo como la natación; los hermanos Valentín y Felipe Vargas, aparte de ser los primeros sanjuaninos en lograr títulos nacionales de mayores, pretenden agregar hojas al libro de su rica historia deportiva, ingresando entre los 64 nadadores que dirimirán las medallas en la cita ecuménica que tendrá como sede Tokio.

Con Japón entre ceja y ceja, ayudados, como siempre por sus padres y en esta ocasión con el apoyo del gobierno provincial, hace un mes y medio partieron a Francia, para entrenar y participar del calendario de aquel país y del torneo internacional Mare Nostrum. En ese certamen que tiene tres escalas, Mónaco, Barcelona y Cannet, hace un par de años, entraron entre los primeros veinte.

El domingo pasado, ambos, clasificaron a la final de los 200 metros espalda y se tiraron a la pileta con el australiano Michel Larkin, subcampeón olímpico y campeón mundial. El ‘aussie’ se quedó con la victoria y los jóvenes sanjuaninos con un meritorio cuarto y quinto lugar. Felipe estuvo a cuatro décimas de la medalla de bronce.

Los resultados

En la primera fecha del torneo Mare Nostrum, disputada en el Principado de Mónaco, Valentín fue 12do en los 50 y 100 metros espalda y logró el quinto puesto en los 200 metros espalda. Felipe, por su parte, fue 14to en los 400 metros libres, 11mo en los 50 metros espalda y cuarto en los 200 metros espalda.

Alojados desde hace 45 días en Cannet, ubicada a orillas del Mediterráneo, lugar que eligen la mayoría de los nadadores franceses para radicarse, entrenar y competir, algo que también imitan deportistas de otros países; Valentín y Felipe, no solo han aprendido técnicas de preparación diferentes, sino que en el diario vivir debieron adaptarse a elegir que víveres comprar para alimentarse.

Aunque tenían nociones de cocina, descubrieron los secretos de la cocina francesa, pero tratan de mantener una dieta lo más parecida posible a la que siguen en su casa de calle Ameghino.
La adaptación no fue sencilla. Los franceses cenan a las 19:30, hora en la que ellos acá suelen merendar. La ciudad es pequeña por lo que a todos lados se manejan caminado. Cuentan, mediante Whatsapp, que tardan tres minutos en llegar al club y unos cinco en arribar al centro. Cannet es una ciudad costera, pero ‘los Vargas’ no pueden darse el lujo de ir a la playa.

El desgaste que produce el sol, la arena y el agua marina los debilitaría.
Comparten su grupo de entrenamiento con 15 nadadores de elite que son dirigidos por Cyrile Gualbert. El club tiene, además otros grupos de juveniles infantiles y escuelitas totalizando un centenar de deportistas.

Del francés sólo saben decir ‘bonjour’ y ‘mercí’ (buen día y gracias) por lo que utilizan el inglés para comunicarse, aunque los ayudó mucho que varios de sus compañeros y algunos técnicos hablan bien el castellano.

En el escaso tiempo libre aprovechan para pasear y conocer practicando su elemental idioma galo, al que empezaron a estudiar con tal de no dar ventaja alguna en las indicaciones de las prácticas. Todo vale y todo suma con tal de cumplir el objetivo de ser olímpicos.

Entrenamientos de primer mundo

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No fue sencilla la adaptación de nadar en piletas de 50 metros cuando están acostumbrados a hacerlo en 25 metros. Los primeros días lo sintieron. Cuentan que los entrenamientos son diferentes. ’Son más cortos pero de más calidad. Más duros de muchas repeticiones de distancias más cortas’, contó Valentín.
Sobre las tareas más largas, Felipe, agregó: ’Los trabajos de larga duración son quebrados en muchas series, lo que los convierte en más entretenidos’. En un mismo trabajo involucran velocidad, resistencia y la técnica adaptada al mismo.

’Acá es fundamental la técnica de nado, muchos de los ejercicios son correctivos para mejorar la fuerza, efectividad y potencia en el agua. Se pone mucho énfasis en la tracción por debajo del agua, buscando la máxima distancia y el menor número de brazadas posible durante el nado’, explicó el mayor de los hermanos.
Felipe, el más chico, graficó que en el gimnasio las tareas son de una hora. ’La idea es realizar pocas repeticiones de manera muy explosiva para agarrar potencia y agilidad después en el nado y en la técnica misma’.