Era la fiesta que tanto esperaban en Desamparados. Fue fiesta, pero también tuvo ese capítulo de violencia que nadie quiere vivir ni protagonizar. La peor parte se la llevó el flamante estadio del Bicentenario que lejos de ser el escenario de un clásico apasionante, terminó con todos los sanitarios de la Popular Sur destrozados y arrasados por los hinchas de Independiente Rivadavia que a lo largo de todo el partido se ocuparon de marcar presencia con cánticos y todo su arsenal.
Temprano, demasiado temprano, en la llegada misma de los jugadores de Independiente, los hinchas de Sportivo quisieron hacerse ver con algunas piedras. Luego, en el mismo comienzo del partido, en la Popular Norte los propios hinchas de Desamparados empezaron a dirimir una interna a puro golpe que luego se terminó y dio paso al delirio por los goles y el triunfo ante La Lepra. En el otro costado, los hinchas de Independiente se cruzaron con la policía exigiendo un ingreso más rápido. Luego, ya instalados en la Popular Sur, fueron levantando temperatura hasta llegar a destrozar todos los sanitarios de esa tribuna.
Lo peor, la cara más siniestra del clásico, se dio en el final. Es que en la salida de los hinchas mendocinos, se filtraron algunos simpatizantes de Sportivo que fueron a buscar el enfrentamiento cara a cara, pero la intervención policial abortó ese intento con gases y balas de goma frente al acceso principal del estadio. Las consecuencias de ese cruce entre hinchas sanjuaninos y policía, las sufrieron los colectivos que esperaban sobre ruta 40. Varios terminaron con sus vidrios rotos. Luego, desde la cúpula policial, se informó que no se registraron detenciones entre hinchas sanjuaninos ni tampoco mendocinos y que los incidentes se limitaron a esas escaramuzas que no adquirieron otras proporciones como para alarmarse. El clásico pasó por San Juan.
Empezó con fiesta y terminó en furia aunque sin el lamentable saldo de heridos y detenidos. Una postal que nadie quiere ver, pero que se repite.

