¿Cómo puede dar un vuelco así un equipo? ¿Cómo pueden desaparecer tantas inseguridades para terminar siendo un festival futbolístico? Hay una sola razón: el convencimiento. Eso le pasó a este mismo San Martín que hacía 16 fechas penaba por una victoria. Se convenció de que era el momento, de que era la hora de mostrar que está vivo y lo ganó de punta a punta. desde el comienzo y hasta el final, justificando en cada tiempo, en cada jugada, una superioridad manifiesta y contundente. San Martín entró convencido y se convenció que puede. Ese es el gran premio más allá de lo estadístico y futbolístico: aún puede.

La sencillez parece ser la receta de Forestello. Simple, práctico, sabiendo que en el fútbol está todo inventado, San Martín fue un equipo sin misterios desde lo táctico, generoso en lo físico y efectivo en lo futbolístico. En ese trípode y armado con mucha convicción en cada maniobra, logró hacer historia.

En defensa, la línea de cuatro volvió a entregar garantías. En la era Forestello, los números avalan esa solvencia porque sólo recibió 4 goles en 3 partidos, contrastando largamente con los 9 goles en contra de los últimos 3 partidos del ciclo Perrone. Ahí, en ese punto vital, San Martín empezó a hacer pie y, como dicen, empezó a ganar desde atrás para adelante. Contra Boca, nunca mostró desinteligencias y Ardente nunca tuvo que resolver un mano a mano. Los laterales, muy seguros y con mucha trascendencia en cada proyección, mientras que la dupla de centrales fue impasable por arriba y por abajo.

En el mediocampo, la receta es simple: dos por afuera, dos por adentro. Luna se hizo el festival ante el escaso oficio de Lautaro Acosta como volante. Luna se paseó, ganó en todas y desde su sector nacieron las jugadas más profundas de San Martín. Por la derecha, Bolaños mostró conocimiento del puesto para redoblarse en contención y salida rápida. Pero el gran secreto de la paliza a Boca estuvo en la tarea de Bustos y Alderete. Los dos se comieron el medio, dejaron sin chances a los volantes de Bianchi y, para colmo, estuvieron muy finos en la salida.

El otro punto fuerte de San Martín fue el ataque. Una zona en la que hizo agua antes pero reencontró la potencia de Penco. Con gol incluido, para asociarla a la categoría enorme de Osorio, que con tres goles y una sensacional actuación, dejó tranquilos a todos. San Martín no fue otro. Sólo se dio el baño de autoestima para saber que se puede.