Habrá sido el famoso quiebre la caída de ayer ante Vélez. Como mínimo, pareció que el equipo tocó fondo. Esta vez, de verdad. Un San Martín sin respuestas anímicas no soportó el segundo tanto del Fortín cuando recién amanecía el complemento y por eso la segunda mitad estuvo de más. Sobró. Encima su técnico, Facundo Sava, también confundió el camino a tomar y sacó en el descanso a Alderete (el futbolista reveló que le preguntó por qué salió) y tras el tanto de Cerro para el 2-0, mandó a la cancha a Bustos. Es decir, si de adentro de la cancha los jugadores no encontraban las respuestas, menos tuvieron en el DT la guía para vislumbrar algo de luz. Un San Martín que tuvo el apoyo incondicional de 8.000 hinchas, que pese a todo lo que vieron dentro de la cancha, siempre alentaron. Un San Martín que en la persona de su presidente, Jorge Miadosqui, cuestionó el ya célebre cambio de Alderete y pidió rever la situación. Donde Miadosqui y Sava sí coincidieron fue en que el Colorado seguirá en el cargo. Fue un 0-3 doloroso tanto o más como un puñal porque reveló falencias que serán complicadas de su subsanar. La preocupación por esta cuarta derrota en fila (es el peor comienzo en las 19 temporadas de la era profesional de San Martín) va más allá y tiene que ver con el nuevo rumbo a tomar. Porque así, como remarcaron los Poggi, los Bustos, los Alderete, entre otros, no se puede continuar.

Sava para este encuentro apeló al cambio de sistema con el 4-3-1-2 y le dio la responsabilidad de enganche a Luna. Hubo juego en los primeros minutos, pero nuevamente sin profundidad. Un dato: solo Independiente, aún sin goles ni DT, cuenta con menos gritos que el Verdinegro que suma solo uno. A los 32’ pudo cambiar la historia con ese tiro libre de Luna que dio en el palo, que en el rebote Penco no pudo empujarla y que a Landa se la sacaron de la línea. En la jugada siguiente, Peruzzi hizo aún más dolorosa esa falta de contundencia y puso el primero con una gran definición. San Martín pareció caerse anímicamente. Fue como ésos boxeadores a los que el primer trompazo bien puesto les duele demasiado y empiezan a tener sus piernas como un chicle. Vélez olfateó sangre y con instinto asesino buscó liquidar la faena. Lo hizo a los 3’ del complemento con el grito de Cerro. El encuentro pese a recién tener poco más del 50% del desarrollo se acabó. Insúa decoró el marcador a los 21’ y Riaño, en su debut, casi descuenta a los 30’ pero el caño le dijo que no. Trucco pitó por última vez y, más de uno en Concepción, sintió alivio.