Pese a que sólo jugó los primeros dos meses de la temporada, el tandilense Juan Martín Del Potro fue el gran protagonista de un 2014 de transición para el tenis argentino. La designación de Daniel Orsanic como reemplazante de Martín Jaite al frente del equipo de Copa Davis y el inminente regreso a la competencia de Del Potro permiten mirar con optimismo hacia un 2015 en el que el tenis nacional intentará volver a los primeros planos. Sea porque jugó apenas cuatro torneos y su extensa ausencia le impidió al tenis argentino contar con un habitual representante en las definiciones de los certámenes más importantes, o porque protagonizó duros cruces con la dirigencia de la Asociación Argentina de Tenis (AAT), Del Potro, hoy relegado al puesto 137 del ranking de la ATP, fue el eje de un año de transición.

Del Potro es, con varios cuerpo de ventaja sobre el resto, el mejor jugador argentino, el único capaz de escribir su nombre en lo más alto, pero una nueva lesión, esta vez en la muñeca izquierda, lo marginó desde fines de febrero. En su ausencia, el correntino Leonardo Mayer le arrebató el lugar del jugador argentino mejor rankeado ya que, con el resonante título en el ATP 500 de Hamburgo, Alemania, donde superó en la final al español David Ferrer, escaló posiciones y semanas más tarde se ubicó por primera vez en el puesto 25. Pero nadie, ni Mayer con sus triunfos, ni Carlos Berlocq con su título en Portugal o Federico Delbonis con su primera consagración ATP en San Pablo, pudo quitar a Del Potro del centro de la escena. Su figura es demasiado importante y de su suerte también depende parte del futuro inmediato del tenis nacional. Es que su alejamiento del equipo de Copa Davis que capitaneaba Jaite desembocó en la dolorosa derrota en primera ronda ante Italia en Mar del Plata y la angustiante obligación de ganarle a Israel en el repechaje para asegurar la permanencia.

Además, su ausencia repercute fuertemente en el interés del gran público por seguir al equipo y eso afecta de manera sensible a las arcas de una AAT que ya no goza de años de bonanza. Las diferencias entre Del Potro y Jaite, y la enemistad del tandilense con parte de la dirigencia escribieron más de un capítulo a lo largo del año. El más álgido fue en octubre pasado, cuando Del Potro, a través de su jefe de prensa, pidió ‘un cambio radical‘ en el tenis argentino. Para el tandilense, la elección del nuevo capitán no era el único problema y esas críticas impactaron de lleno en la dirigencia que encabezaba Héctor Romani.