"Che caucetero sacalo que me tomé El Triunfo (haciendo referencia al colectivo que va hasta el Departamento del Este) para venir a verte", se escuchó decir a un aficionado cuando el reloj marcaba las 2 de la madrugada de ayer y Amilcar Funes intentaba arrancarle la cabeza a Marcos González. "Ahora embromate y andate caminando o esperá que pase el primero hasta las 6 para volverte", respondió desde la otra tribuna provocando la hilaridad general. El reloj marcaba las 2.40 cuando Mauricio Muñoz se abrazaba con su hermano Ricardo luego de liquidar con tres manos a Sergio Víctor Caruso antes de cumplir el primer minuto de la pelea.
Quedará la duda sobre en qué volvieron a sus casas quienes se movieron en colectivo. Pero sobre lo que no hay dudas es sobre la victoria de los dos profesionales sanjuaninos quienes reafirmaron su favoritismo de distinta manera.
Funes, que durante cinco rounds fue pura potencia, logró derrotar a un adversario más alto y que mostró bastante oficio cuando pensó. Tiró mil golpes a la cabeza, pegó más y mejor, pero no encontraba la mano decisiva. Al final, después de insistir tanto con golpes a la zona alta, consiguió terminar la pelea con un poderoso gancho al hígado que terminó con el aire y las pocas fuerza que le quedaban a González.
Después, entre cantantes y la presentación de un Papá Noel que regaló golosinas y sorteó una bicicleta, apareció sobre el ring Mauricio Muñoz. El campeón bolivariano de los supergallos ni se despeinó. Un cross zurdo a la cabeza tiró a Caruso cuando iban 31 segundos. Luego de la cuenta de protección, Muñoz fue a culminar su tarea con la precisión de un cirujano. Sacó dos golpes, un uppercut derecho al cuerpo que hizo doblar al bonaerense y otro cross de mano izquierda que terminó por mandarlo a la lona. El out se escuchó cuando el reloj marcaba 56 segundos.
Los dos triunfos tienen mucho valor anímico porque Muñoz y Funes vivieron un año complicado en el que, también, pelearon contra sus propios fantasmas.