Los dirigentes de River y el entrenador, Néstor Gorosito, están separados no sólo por la distancia que significa una pretemporada en Canadá, sino que también por las diferentes apreciaciones con respecto a los refuerzos.

Gorosito expone sus gustos futbolísticos para renovar el plantel, al tiempo que los dirigentes reafirman su postura de que hay dos jugadores por puesto como para realizar incorporaciones si no se concreta alguna venta.

El presidente de River, José María Aguilar, a esta altura agenda los nombres que le acerca Gorosito como un gesto, porque la realidad económica del club marca que no se pueden pagar los contratos que los jugadores perciben en Europa.

La lista de refuerzos que quiere el técnico crece en la misma medida que el desconcierto dirigencial, por un mensaje que Gorosito parece no haber entendido después de dos reuniones en las que quedó claro que no se hará ningún esfuerzo si no se venden Diego Buonanotte, Oscar Ahumada o Paulo Ferrari.

Un ejemplo de las diferencias de concepto entre los dirigentes y el cuerpo técnico es el pase frustrado del ecuatoriano Joffre Guerrón, quien manifestó sus ganas de llegar a River, no se apuraron por contratarlo y si se fue al fútbol brasileño.