Mientras disfruta de su presente, Jonathan Cristaldo, actual delantero de Racing, habló de uno de los momentos más duros que le tocó afrontar: cuando era jugador de Vélez, sufrió depresión y pensó en terminar con su vida.

 

"Tuve pensamientos oscuros. Muchos. Me acuerdo que una vez, cuando iba manejando, me agarró como un ataque de pánico, de depresión. Pensé en darme un palo con el auto. Fue muy feo. Pensé en matarme. Ahora me siento más vivo que nunca, eh…", aseguró Cristaldo a Olé.

 

Y siguió relatando su peor momento: "Coincidió con los tres meses que estuve parado en Vélez, sin hacer nada, es la verdad. En Vélez no era un profesional. Porque no levantaba ni una taza… Me iba al gimnasio y me entrenaba como una persona normal, digamos. No hacía las cosas que corresponden a los jugadores de fútbol. Encima tenía muchos problemas personales, sobre todo familiares y con amigos. Eso también influyó bastante. Después, cuando ya hacía la pretemporada, empecé a sentirme mucho mejor. Me repuse. Hasta que a los dos o tres partidos me lesioné y nunca más volví bien en lo físico. Y arrancó la decadencia, de nuevo".

 

Cristaldo también confesó que en esos tiempos tuvo problemas con el alcohol: "Mi escape era comer y a veces hasta tomar un poco de más. No estaba bien psicológicamente, me sentía deprimido. Nunca en mi vida pensé que pasaría eso… No se lo deseo a nadie. Yo soy un chico muy alegre, pero en ese momento veía todas cosas malas. Todo lo malo de mí y en los demás. En todos. Ahí me sirvió mucho mi psicóloga. Le estoy agradecido a ella. La necesitaba porque había momentos en los que no tenía ganas ni de levantarme de la cama, no quería ni ir al entrenamiento. No salía de mi casa, no quería ver ni a mis amigos. Fue una suma de todo. Como te decía antes, fueron muchos problemas juntos de familia y con amigos. Se hizo una bola grande. Mi gran problema es que siempre quise ayudar a todo el mundo. Y a veces no puedo hacerlo con todos".

 

Para cerrar, el delantero de Racing destacó su presente equilibrado. "Recuperé la alegría, me siento profesional de nuevo. Vengo a entrenarme con ganas. Y ahora disfruto de las pequeñas cosas. Como ir a comer con amigos, levantarme cada mañana para ir a practicar. Hasta puedo disfrutar de mis hijos. Antes me quedaba a cuidarlos y me la pasaba con el teléfono viendo boludeces por Instagram o Twitter. La vida me dio una segunda oportunidad de demostrarme que lo que hacía estaba mal. Y debo aprovecharla".