En la mesa y mano a mano, Ricardo Dillon y Darío Tempesta pulsearon hasta el instante final para quedarse con el cargo de técnico para la nueva etapa que empieza en Sportivo Desamparados. Sus postulaciones dividieron las aguas en la comisión que preside Miguel Jofré y en la balanza de las decisiones, Dillon la terminó inclinando por su efecto ganador.

En experiencia en la categoría -algo que le reclamaron a Jorge Vázquez- tanto Dillon como Tempesta tenían para tirar manteca al techo. En eso, iguales y parejos. Con ascensos, finales y protagonismo con todos sus equipos.

En el conocimiento particular del "mundo Desamparados", Tempesta perdía desde su misma postulación y ahí, Dillon empezó a ganar el lugar. Es que el Flaco le conoce todos los rincones a Sportivo. Y, un detalle más que trascendente: este plantel no tiene gran recambio, solo se podrán hacer 4 o 5 incorporaciones. Es decir que en 80% de lo que hay, muchos ya han pasado por la mano de Dillon y eso hace ganar tiempo. Tempesta, con este plantel, tendría que haber gastado horas en conocer a todos, mientras que el Flaco, en esa corre con ventaja.

La gran contra de Dillon parecía estar en su conducta. Más allá de sus berrinches, de sus expulsiones, de sus reacciones, la nueva dirigencia de Sportivo pretende marcarle terreno: que sea solamente el técnico del equipo. Eso es lo que quieren. Sin intromisiones en la vida dirigencial, económica y de otro tipo. Esas pautas son las que Dillon tendrá que aceptar.

El plus de los equipos del Flaco siempre sale a la luz. Tarde o temprano. En la temporada pasada, trastabilló en las 5 primeras fechas pero después encontró el efecto Dillon y Desamparados era puntero. Lo fueron y se desmoronó todo. Hoy, el desafío es la reconstrucción. Hecho a la medida de Dillon.

Por Ariel Poblete

DIARIO DE CUYO