Con la presencia de Emmanuel Mas, que marcó la primera vez de un sanjuanino disputando una Final del Mundial de Clubes FIFA, San Lorenzo resignó ayer el sueño de alcanzar su primer título del mundo con una inapelable derrota frente a Real Madrid de España por 2-0, que se disputó ante unas 38.345 personas en el Gran Estadio de Marrakech, Marruecos.
Los goles de Sergio Ramos, a los 36 minutos del primer tiempo, y el galés Gareth Bale, cuando se jugaban 6 del segundo, dieron un baño de realidad a las ilusiones de lograr la hazaña frente a un adversario claramente superior.
La primera media hora del partido transcurrió del modo más conveniente para San Lorenzo. Fricción, faltas en cada pelota dividida, protestas sensibilizadas por las declaraciones previas en relación al juego violento y poca continuidad de juego para impedir que Real Madrid calentara sus máquinas ofensivas.
El Ciclón no tuvo acercamientos serios al arco de Iker Casillas. Real, por su parte, contó con una ocasión clarísima el minuto cuando Cristiano Ronaldo cruzó el remate que pasó a centímetros del botín derecho de Benzema.
Después de esa acción, el Madrid sólo dispuso situaciones de pelota parada y por esa vía llegó al gol. Fue sobre los 36’, tras el tiro de esquina de Kroos para el cabezazo certero de Ramos.
Aunque el verdadero problema ocurrió a los 6’ del segundo cuando el campeón de Europa estiró la ventaja con un débil tiro de Bale, que tuvo una deficiente respuesta de Torrico, después de una excelente asistencia de Isco.
San Lorenzo quedó atrapado en la disyuntiva de buscar el descuento con pocos argumentos y exponerse a una goleada memorable o conformarse con la derrota decorosa ante un rival que jugó a placer la última media hora, con circulación, toques y algunos lujos.
El ingreso de Leandro Romagnoli respondió a la intención de aportar una cuota de fútbol en el equipo, aunque el Real tuvo piedad en la recta final del juego y se floreó ante el público marroquí, que lo alentó animadamente. En el tiempo restante, sólo hubo lugar para el homenaje a Ramos, símbolo del carácter ganador del equipo y ejemplo de cómo jugar una final.

