Casi dos meses después de aquella frase que golpeó muy duro a todos con que “siento que ya está. Lo intenté muchas veces y no se dio, es el final para mí en la Selección”, Lionel Messi volvió a vestir la camiseta argentina. Lo hizo con su habitual calidad extraordinaria y fue clave con el zurdazo que derivó en el único tanto para la victoria. La gente lo veneró todo el partido y la Pulga agradeció.

Apenas pisó el césped para calentar, el Malvinas le regaló una ovación. “Messi, Messi…”, atronó en el gigante de cemento y los celulares marcaron una escenografía magnifica en las tribunas con sus flashes. El rosarino, quien estuvo en duda en la previa por una molestia, levantó sus manos y saludó a los cuatro costados, algo no habitual en él, pero que marca su semblanza en este proceso que recién arranca con Bauza como conductor. Justamente a la hora de conducir, fue la manija de Argentina. Se hizo eje de cada ataque y mostró buena sintonía con Paulo Dybala. Su frenesí en cada arranque hizo estéril la marca escalonada de los uruguayos y, como pasa en el Barcelona, sus diagonales fueron puñales en la defensa adversaria. Cuando el partido se caía y el empate comenzaba a pesar, apareció con un remate seco, que se desvió el camino y terminó en el gol del triunfo para la albiceleste. Lo gritó con bronca, como un desahogo tan necesario como el título que aún se le niega en la Mayor. Seguramente por esa ‘cuenta pendiente’ es que se dio otra oportunidad para repensar su renuncia post caída ante Chile en la Copa América. Fue el sanjuanino, Emma Mas, el primero en abrazarlo en el grito de gol.

La versión aún mejorada de Lio se vio en el complemento. Con Argentina algo relegada y parada de contra, encontró espacios para hacer pesar su habilidad. Hizo amonestar a Corujo y le hizo un caño de antología sobre el lateral. En cada contra, levantó a los espectadores y estuvo a punto de marcar el segundo. La marca también dijo presente pues se sacrificó más de lo habitual y se tiró al piso varias veces. Un par de hinchas invadieron la cancha para saludarlo e incluso uno de ellos casi lo ‘lesiona’ al resbalarse. Tras el partido fue el último en irse por el asedio periodístico.