Se había cerrado el tiempo regular del partido y la Argentina increíblemente seguía viva. Atrás había quedado un gol bien anulado a Portugal (a 3 minutos del final) y un tiro libre directo errado por los lusitanos (a 24 segundos del cierre). Entonces arrancó el primer suplementario, con el agregado que el equipo argentino estaba a sólo una falta de tener un libre directo. Y eso no es poca cosa cuando encima hay definición por gol de oro. Faltaba poco más de un minuto para el final de ese primer suplementario y por fin llegó esa infracción deseada. Se la hicieron a Carlos Nicolía. Fue Neves. Y con ella empezó a llegar el final de la historia. Porque Nicolía tomó la bocha. Se hizo dueño de la responsabilidad. Esperó la seña del árbitro, amagó para derecha, para izquierda, hasta que se la trajo para la derecha y la hundió de rastrón en el arco portugués. Delirio total. Abrazos eternos. Saltos de todos. En la cancha. En las tribunas. Entre los periodistas. Gol de oro. Gol de Argentina. Y a la final del Mundial de hockey contra los españoles, hoy 17.15 (por Telesol y Fox Sports2). Como ha pasado en varios de los últimos Mundiales.

El partido había sido siempre celoso. De mucha marca. De cuidar más el arco propio que intentar algo en el ajeno. Así, en ese panorama que duró todo el partido y esos pocos minutos del primer suplementario, fue la historia entre este Argentina enjundioso y este Portugal mucho más amarrete que lo que había mostrado antes en el Campeonato.

Recién a los 8’ se dio un tiro de Neves que rozó en alguien y casi descoloca a Grimalt. Pero el equipo de Giuliani respondió de inmediato y casi abre la cuenta Nicolía, que había entrado por Pascual. Porque Giuliani sorprendió mandando de titulares a Abalos, Pascual, López y Platero. Con ese tándem había logrado neutralizar la ofensiva portuguesa, que se terminó limitando sólo al disparo externo.

Pero el técnico argentino fue variando siempre el equipo titular. Y eso fue un hallazgo realmente, porque fue minando el poderío rival. Y porque siempre estuvo más veloz que los lusitanos.

El complemento fue más de lo mismo. Claro que con el cansancio a cuestas a ambos se le hizo más difícil crear chances claras. Y en ese cierre apretado, inclusive “acogotados” los dos por las infracciones llegó el cierre del partido. No sin antes irse con una silbatina espectacular luego que el árbitro brasileño Agra le anulara un gol a Portugal. Bien anulado porque la había empujado con el patín.

Entonces entraron al alargue con la ventaja para Argentina que estaba a un foul del libre directo. Y después que se hizo el “sota” por dos veces, el árbitro español Navarro no tuvo más remedio que cobrar la infracción de Neves a Nicolía. Y ahí se dio aquello del gol para gritarlo eternamente. Porque Nicolía demostró estar metido y tener la frialdad justa para definir. Ahora España. Que se venga.