Venía con el antecedente fresco de haber cerrado un arbitraje correcto en el Superclásico entre River y Boca, que terminó con empate en el Monumental. Justamente le habían asignado ese partido porque, según dicen, este será su último año en el arbitraje argentino porque “colgará el pito”. Pese a todos éstos buenos antecedentes, ayer Pablo Lunati no tuvo un buen trabajo y por eso terminó siendo imán de insultos de todo el estadio, especialmente la calentura que bajó de los simpatizantes locales.
Si bien es cierto que el desempeño del verborrágico árbitro, que siempre se la pasa hablando con los jugadores para justificar sus decisiones y además es ampuloso para hacerle saber a la gente qué cobró, no incidió directamente en el resultado final del partido, por sus determinaciones terminó por condicionar a varios jugadores Verdinegros. En caso especial a los volantes Mauro Bogado y Andrés Alderete, quienes, al recibir la quinta amarilla, no podrán estar en el choque ante Lanús.
Pero además de mostrarles la amarilla esos volantes del local, también lo hizo con los delanteros Osorio y Caprari, y con el chileno Alarcón.
Su primera equivocación fue a los 18’ cuando no cobró una fuerte infracción al colombiano Osorio, que podría haber generado un tiro libre peligroso. Y, tras cartón, el propio Osorio se enganchó con el pie de Velázquez dentro del área y el árbitro llegó presuroso a sacarle la amarilla al colombiano, por fingir. Si bien le queda la derecha de no sancionar el penal porque no fue un foul desmedido del defensor de Independiente, Osorio de ninguna manera fingió, por lo que no le correspondía la tarjeta.
Después a Bogado lo apretaron fuerte dos veces, pegándole, y no cobró. Por eso el volante reaccionó y fue amonestado. Con Caprari pasó algo similar. Ayer no fue la tarde de Lunati.

