Cuando Boca entró a la cancha, la imagen de la Bombonera fue conmovedora. Volaron miles de papelitos azul y oro y la ovación estremeció por su tremenda fuerza. Como si fuera el último superclásico, la hinchada local recibió a su equipo. Con ese entusiasmo cantaron y saltaron en casi todo el partido.

El turno de River fue recién cuando el equipo Millonario ingresó en el complemento. Pareció que los hinchas visitantes se hubiesen estado guardando hasta ese momento. No aparecieron en toda su dimensión en el inicio pero en esa segunda entrada sacaron el arsenal de serpentinas e hicieron que toda la atención se volcara a la bandeja superior, la única que les habían reservado.

¿Y en la cancha? Menos, mucho menos. Porque en Boca faltó el as de espadas. El jugador distinto que puede mover hilos y cambiar la historia. Juan Román Riquelme no jugó y se notó. Y enfrente es poco comprensible cómo entró a jugar el colombiano Radamel Falcao, de quien se dudó durante toda la previa por estar lesionado. Y, jugando disminuido, pasó desapercibido. Sólo tuvo una chance concretísima cuando ya estaban 1-1 pero la dilapidó. Del Ogro Fabbiani casi nada. Sólo la categoría para proteger la pelota e intentar jugar. Pero con lentitud en sus movimientos, algo que facilitó la marca de los rivales.

Entonces, con ausencia de buen fútbol, otra vez los ojos del Superclásico giraron para ver la fiesta en las tribunas, donde estaba lo mejor.

En el ranking de insultos, la peor parte fue para Fabbiani, porque los hinchas de Boca lo recibieron con todo y cada vez que tocó la pelota, silbaron. Algo parecido con Gallardo, aunque el Muñeco se desquitó con el golazo de tiro libre. Y el caso risueño fue el aplauso irónico al capitán Ahumada, después de aquella frase del "silencio atroz", que tiró en castigo a su propia hinchada.

Y, de manera individual, el que se llevó el aliento mayor y el coro de canciones alusivas fue, como siempre, Martín Palermo, luego del gol que abrió el partido.

El Superclásico fue gris. El calor y el color estuvo en las tribunas.