Sudáfrica, 24 de junio.- Sudáfrica 2010 barrió con todos los pronósticos: es el Mundial de lo impensado, de lo increíble, de los equipos que salen a la cancha con la premisa de no perder, antes que de ganar y, aún así, los resultados no dejan de sorprender.
La derrota de Italia ante Eslovaquia causó estupor, tanto el resultado en sí mismo como su consecuencia: la eliminación en primera ronda del actual campeón del mundo, algo que no ocurría desde hacía 44 años.
Antes de Italia, había quedado sentenciada la exclusión de Francia, el subcampeón en Alemania 2006, luego de haber sumado apenas un punto en tres partidos, un poco por la rebelión del plantel contra el técnico, pero también por la finalización de un estilo de juego y/o la escasez de jugadores con talento.
Para encontrar la salida en primera ronda de campeón y subcampeón hay que retrotraerse a Inglaterra ’66.
Brasil, vencedor de Checoslovaquia en la final de Chile 62, tropezó en la primera ronda del certamen jugado en Inglaterra, mientras que los checos fueron segundos en su grupo de las eliminatorias europeas y ni siquiera llegaron al Mundial.
Italia, campeona mundial hace cuatro años, y Francia, finalista, comparten además algo único: las dos repitieron los entrenadores que las llevaron a aquel éxito.
Exitosos en el 2006, Marcelo Lippi y Raymond Domenech compartieron esta vez el innegable fracaso.
El mismo día de la eliminación de los galos también quedó sentenciada la baja de Sudáfrica, el equipo representativo del país anfitrión, lo cual sentó el primer antecedente en 80 años de disputa de los mundiales de fútbol.
Así las cosas, estas grandes caídas de las potencias a las que también podrían sumarse los llamativos bajos niveles de Inglaterra y Alemania, causaron preocupación en la FIFA, que estudiaría la posibilidad de impedir que las selecciones permitan la integración de jugadores extranjeros.
