Tokio cautivó a los miembros del Comité Olímpico para ser elegida como sede para los Juegos de 2020 con la combinación la creatividad, la apertura y la innovación tecnológica.
Esta ciudad, desde su anuncio en 2011 de la candidatura, comenzó a trabajar en un proyecto para deslumbrar al mundo en 2020 y hacerse cargo por segunda vez en la historia de un Juego Olímpico, luego de 1964.

La capital japonesa es la tercera economía más grande del mundo, según el Producto Bruto Interno de Japón, y promete poner toda su creatividad para aumentar su impacto en todo el planeta.
El Estadio Olímpico tendrá ochenta mil asientos, en treinta minutos se tardará en transporte público para llegar a la mayoría de los escenarios y habrá 28 sedes, a ocho kilómetros de distancia de la Villa Olímpica.

En cuanto al emblema que presentó esta ciudad, se trata de un arreglo de flores multicolores de cerezo. Además de los colores que tienen los anillos en la bandera olímpica, se agrego el púrpura, que predominó en festivales culturales y eventos durante el Período Edo de Japón (1603-1867).

En 1964, esta ciudad fue la primera de Asia de albergar un Juego Olímpico, y se recuerda principalmente por haberse transmitido por primera vez en televisión color, por tener el judo en la cartilla de deportes y por contar entre sus participantes a la atleta ucraniana Larisa Latynina, quien llegó a las 18 medallas y recién fue superada por el estadounidense Michael Phelps (22 preseas), en Londres 2012.