AMARGURA. Unión dejó todo lo que tenía. Le ganó a San Martín pero no alcanzó en una tarde con final caliente en Rawson. (Foto: Maximiliano Huyema)

No alcanzó. No pudo con ese envión final que le metió a un sábado caliente en Rawson. Esta vez, el ímpetu y todo el amor propio del Atlético Unión no fue suficiente para llegar al menos a penales. El triunfo, merecido y hasta corto sobre San Martín de Mendoza por 1-0, no alcanzó para igualar la serie final de la Región Cuyo de este Regional y para Unión, quedó apenas ese consuelo de haber merecido algo más. No fue necesario tampoco ese plus que gozó el Chacarero mendocino a manos del árbitro tucumano Mauricio Martín que si bien no sancionó penales dudosos ni expulsiones, fue llevando el desarrollo del partido con pequeños fallos a conveniencia del visitante. Pero más allá de eso, Unión pagó el precio de haber regalado un primer tiempo en el que poco jugó, metió demasiado y pensó poco. Esos primeros 45 minutos entregaron una versión demasiado nerviosa de un Azul que nunca encontró la forma de inquietar a Abraham. Apenas un remate de Gustavo Pereira resume lo que fue el primer tiempo sanjuanino.

En el complemento, Solera abrió el partido con el ingreso de Gastón Alcayaga. Encontró fútbol, desequilibrio y San Martín lo sintió. Llegó ese minuto 16 y el Gatito Pereira eligió fantasía para abrir el marcador. Golazo para el 1-0 y toda la esperanza para ir a buscarlo. Se fue encima entonces. Generó sin lucidez pero con enorme personalidad. Y casi lo logra cuando el mismo Gatito cabeceó al segundo palo y la pelota se estrelló en ese vertical. Se salvaba San Martín que a esa altura de la tarde apenas podía defenderse. Y claro, cuando más lo calentaba Unión, el árbitro y su exasperante detallismo, enfriaba todo. Entró a ganar la impotencia en Unión. Ya fue ir como sea y buscar ese segundo gol para ir a penales. No se le dio. No le alcanzó. Se terminó así el sueño de pelear el ascenso al Federal A, dejando lo que tenía. Como siempre. Esta vez, el corazón no fue suficiente. Ganó pero faltó ese gol que pudo ser pasaje a la ilusión. San Martín no necesitaba ayuda extra, pero la tuvo y con eso se metió en la gran final.
 

  • Adiós de Biasotti

Arquero récord en Argentina. El más longevo en actividad con 48 años y el más veterano vigente. Pero esta carrera extensa, exitosa y especial tenía que llegar al final y Carlos Biasotti decidió ponérselo en esta final de la región Cuyo del Regional Amateur. Un arquero que fue mucho más que eso. Que llegó hace varias décadas a San Juan atajando contra Unión y para San Martín de Monte Comán y que eligió quedarse para siempre. Pasó por San Martín, por Peñarol, por 9 de Julio. Marcó un estilo, defendió un perfil y en Rawson encontró su lugar en el mundo. Ahora, se abre el camino del dirigente y sabiendo en primera persona lo que pasó este plantel en esta temporada, Biasotti quiere aportar desde su experiencia. Se fue sin poder llegar a pelear otro ascenso pero dejó el sello en la cancha de una forma de entender el fútbol que debe ser espejo para muchos. El adiós de Carlos Biasotti tenía que llegar y se dio.

  • Un final marcado por la violencia

Ya no podía. Unión se quedaba afuera y cuando el tucumano Martín marcó el final, se desató la locura y la violencia en el estadio 12 de Octubre. La invasión de un hincha desde el sector Norte terminó en un brutal golpe de puño al árbitro del partido y desde ahí, todo el descontrol. Algunos jugadores de Unión forcejeando con la Policía y en el medio, la patotera postura de Elías Oballes que amenazó mal al fotógrafo de este medio obligándolo a retirarse casi a los empujones. Y luego, lo que nadie quería ver pero que muchos temían. Estalló la Popular Norte, se enfrentaron con la Policía y se desató la pedradera desde ese sector y también desde calle Lemos. Fuego cruzado prácticamente y la desesperación de todos por salir rápido a resguardarse. Hubo estadio lleno, pudo ser una fiesta pero terminó todo en otro capítulo lamentable para el fútbol de San Juan. Afortunadamente, sin heridos pero con esa sensación de miedo que nadie quiere vivir.