San Juan, 30 de julio.- A continuación, la nota completa de DIARIO DE CUYO del sábado 20 de mayo del 2006, en la que Julio Grondona contó su luna de miel en la provincia y sus recuerdos.
En San Juan, un joven Julio Grondona pasó su luna de miel junto a su esposa Nélida, hace ya 50 años.
"San Juan es una provincia cara a mis sentimientos". Grondona no lo dijo como frase hecha ni obligada. Y menos aún si se tiene en cuenta que ayer pisó esta tierra por primera vez desde que es presidente de la AFA. Esos sentimientos están alejados del fútbol. En San Juan, un joven Julio Grondona pasó su luna de miel junto a su esposa Nélida, hace ya 50 años.
"Fue un regalo de bodas y estuve en un hotel frente a una plaza, un parque. Era el hotel Susex", recordó. Y un acompañante le dijo que ahora ese hotel es la Legislatura provincial.
La anécdota la contó a unas cuadras de aquel lugar, precisamente en la Casa de Gobierno. Don Julio llegó allí poco después de las 10 y se reunió con el gobernador José Luis Gioja, para lanzar el acuerdo de promoción y prevención de chagas entre el Ministerio de Salud y la AFA.
Y allí mismo, en la mesa donde se presentó el programa, dirigente y gobernador hicieron un intercambio de objetos cual si fuera el saludo de los capitanes en el medio de la cancha.
Gioja le obsequió un escudo de la provincia tallado en madera y Grondona devolvió el gesto con una camiseta de la Selección y un banderín con el escudo de la AFA. Pero los regalos no acabaron ahí, pues Gioja le obsequió una caja con pasas sanjuaninas a modo de muestra, pues en realidad eran 60 kilos. Y con un destinatario específico: los integrantes del plantel que viajará a Alemania. Es más, las pasas, donadas por la Cámara de Paseros, contaban con una inspección fitosanitaria para llegar a Alemania sin problemas y el deseo de Gioja de que les traigan suerte.
Luego, el mandamás del fútbol argentino participó de una conferencia de prensa en la sala de sesiones de la Liga Sanjuanina de Fútbol. "Si se habrá discutido acá", dijo Grondona con una sonrisa, mientras miraba de arriba a abajo la sala.
Después, toda la caravana de autos que seguía al de Alfredo Derito, que llevaba a Don Julio, incluido un micro de larga distancia, se trasladó a una bodega de Pocito, para almorzar. Y la mantelería no escapó a la suspicacia del dirigente. No era para menos: era negra y verde.
Grondona disfrutó de las empanadas, el asado y del vino orgánico. No alcanzó a comer postre, porque su apretada agenda se lo impedía. Pero antes no le escatimó a las fotos, mientras que el comentario de rigor era: "Y pensar que dentro de unos días va a estar en Alemania".
