Buenos Aires.- En una extensa nota, diario La Nación rescató nuevos aspectos de la lucha de Maximiliano Kondratiuk, un conocido para los sanjuaninos por su paso en San Martín y que, tras conocerse su terrible enfermedad, en la provincia volvió a retumbar su nombre, esta vez no en una tribuna, pero sí en el boca a boca de los sanjuaninos.
Aquí, la nota completa
Berisso, año 2007. Primer día de pretemporada de Villa San Carlos, equipo de la Primera C. Llego con un par de kilos nuevos, algo lógico después de las vacaciones, siempre propensas a una ingestión mayor, a las licencias alimentarias y a espaciar la actividad física. Entre los jugadores del plantel, como si fuese uno más, está Maximiliano Kondratiuk. Ese defensor aguerrido que acababa de ascender a primera división con San Martín, de San Juan, después de un desenlace agónico y polémico frente a Huracán. ‘Como soy amigo de algunos de los chicos y en el club empezamos la semana que viene, pedí permiso para entrenarme unos días con ustedes’, explica en el momento de las presentaciones. Y enseguida, a modo de pequeña sugerencia, agrega: ‘Es que para mantenerse en forma, no queda otra que trabajar y cuidarse’.
Berisso nuevamente, pero hace poco más de un mes. Me acerco a su casa, porque Santi París, un amigo en común y clave en todo esto, me cuenta que Maxi está escribiendo su libro. ‘¿Cómo estás?’, le pregunto, sin evitar la incomodidad del momento. Kondratiuk padece la enfermedad de Wilson y su movilidad se encuentra muy reducida. Su respuesta, sin embargo, refleja la grandeza que lo envuelve: ‘¡Estoy feliz! A pesar de estar en una silla de ruedas y sin poder hablar, tengo lo que más quiero: gente que me ama y esta iniciativa que me llena de energía y me tiene muy entusiasmado’.
Esos dos días, sin darse cuenta, Maximiliano brindó dos enseñanzas. Una, sobre los sueños y el esfuerzo que necesitan para concretarse; la restante, acerca de la felicidad y cómo disfrutar de las cosas simples de la vida, algo que no siempre resulta sencillo visualizar e interpretar.
La gran meta de Kondratiuk, hoy, a los 31 años, es publicar su libro. Allí, en esas páginas, narra en detalle de qué se trata la enfermedad de Wilson (un trastorno hereditario poco común que produce que el organismo no pueda deshacerse del cobre adicional y genere graves daños al hígado y al sistema nervioso) y, sobre todo, relata su experiencia: una historia de superación. Maximiliano está en sillas de ruedas, casi no se mueve y no puede hablar. Se expresa a través de la computadora. ¿Cómo escribe su autobiografía? Con el pulgar izquierdo.
‘Es el proyecto de mi vida y lo estoy disfrutando mucho. Ojalá que sea un ejemplo para todos aquellos que se quejan de cosas banales; que sepan que hay muchos que la peleamos e igual somos felices’, cuenta a través de la computadora, el ex jugador de Gimnasia y Esgrima La Plata y San Martín, de San Juan (7 partidos en primera división), que también pasó por Atlanta, Villa San Carlos y el ascenso italiano.
Mira la pantalla, piensa y continúa escribiendo: ‘Al libro le restan detalles. Lo más importante que me falta es una editorial que quiera publicarlo y que me permita llegar a sectores del país a los cuales me sería imposible si lo edito de manera particular’, admite. Su mensaje transmite entusiasmo; en la lucha que lleva adelante con hidalguía está lejos de resignarse.
La vida de Kondratiuk empezó a cambiar en 2011, al sufrir problemas hepáticos que derivaron en consultas médicas, estudios, un deambular por hospitales, hasta dar con el diagnóstico: Síndrome de Wilson. Cuando el año pasado se conoció su caso, el planeta fútbol, ése que debió dejar a la fuerza, se solidarizó, se conmovió, lo ayudó, le extendió la mano. Fueron muchos los que aportaron para cubrir los gastos de la medicación y hasta se jugó un partido a beneficio en la cancha de Gimnasia y Esgrima La Plata, a la que asistieron varias figuras. Hoy, cada uno de los que participaron y ofrecieron su pequeño granito de arena en ese gesto desinteresado estarán orgullosos de haber colaborado. De haberle dado fuerzas para no claudicar.
‘La idea nació porque un día pensé: ‘Me pasó absolutamente de todo, ¿y si lo cuento?’. Al tiempo me convencí de que podía y le di para adelante con el proyecto, a pesar de que no tenía ninguna experiencia en esto de escribir’.
Mientras Maximiliano busca en el teclado las palabras para extender la charla, Lorena, su novia, cuenta que ella escribió el prólogo y lo muestra con una indisimulable mezcla de orgullo e inseguridad. Allí, en el medio de un texto que desborda sentimientos, se lee: ‘Es una enfermedad que invadió su vida en forma de un huracán devastador’.
Las páginas del autor también movilizan, incluso desde su introducción: ‘Van a leer un relato que tiene dos caras y vivencias: la amarga y la dulce. Y yo me quedo, obviamente, con la dulce. Porque pese a todo soy feliz y quiero hacer referencia a lo que esta palabra significa para mí. Ni más ni menos que tener una familia, amigos que te banquen y alguien que te ame. Yo tengo todo eso. No necesito nada más’.
Y agrega, repleto de esperanza: ‘Espero que al leerlo, disfruten tanto como lo hice yo al escribirlo’. Este es Maximiliano Kondratiuk. Un enamorado de la vida, que se animó a convertirse en escritor para compartir con todos sus duras vivencias, su ejemplo de perseverancia y una mirada desde el corazón.

