En el fútbol, el gol es tan necesario como el agua para la vida misma. Y a San Martín se le estaba haciendo un karma poder conseguirlo. Por eso la alegría de anoche. Por eso el grito del alma de los jugadores. Y el delirio de la gente. Porque por fin se le dio al Verdinegro eso de meterla. Hasta el gol de Leandro González, a los 21 minutos del complemento, habían pasado 383 minutos desde el grito anterior. Que había sido el tanto de Mauro Bogado, a los 43 minutos del primer tiempo, convirtiendo un penal en el triunfo ante Douglas Haig. Pasó todo el segundo tiempo de ese partido ante los pergaminenses y después los choques ante Ferro, Independiente y Defensa y Justicia, en los que el Verdinegro no pudo marcar goles. También el primer tiempo de anoche, en el que había fallado chances increíbles. Hasta que llegó ese minuto 21 y González la mandó a guardar.
Anoche ganó bien San Martín. Pero casi se le escapa el triunfo porque le empataron cerca del final. Pero fue de nuevo y lo ganó con ese grito del “Gato” Caprari. Jugando así, el Verdinegro tiene muchas chances de progresar. Pero los delanteros tendrán que tener más mente fría en la definición. Porque el corazón está caliente.
