Dice que heredó el sobrenombre "Bruja" de su hermano mayor y que en Mendoza, donde jugó en varios clubes y dejó una huella, le decían Puma. Así empezó una de las pocas entrevistas que quiso dar en los últimos tiempos, Carlos Molina. El talentoso futbolista que brilló en las décadas del 70 y del 80 y que este sábado tendrá su partido homenaje en Sportivo Desamparados, club en el que jugó y del que es hincha confeso. Carlos no pasa un buen momento de salud y el mundo del fútbol no quería dejarlo de lado. Entonces, con Manuel Faedo y Hugo Moreno como motores, surgió la iniciativa de hacer un partido a su beneficio, que será este sábado a partir de las 18 en el estadio puyutano.

Pero hablar con Molina es puro fútbol. Anécdotas, recuerdos, mensajes. Hasta confesiones y una de ellas fue la que más tocó: "Yo no fui un atorrante como cree la gente. Yo nunca me olvidé de mis amigos, del barrio, Cada vez que venía a San Juan, me juntaba con ellos pero nunca despilfarré lo que gané en casinos, mujeres u otras cosas. Es más, cuando pasé a Belgrano de Córdoba, lo que hice con parte de lo que me pagaron fue comprarle dos lotes a mis hermanos. Ellos ahora viven ahí. Eso la gente no lo sabe".

Empezó en el fútbol con la camiseta de Los Andes y en 1975 lo adquirió Independiente Rivadavia de Mendoza. En la Lepra encontró su reino y desde ahí empezó a jugar en casi todos los equipos de Mendoza como San Martín, Gimnasia, Maipú. Pasó por Belgrano de Córdoba y por el Palestino de Chile, además de jugar en San Juan con las camisetas de Alianza, Sportivo Desamparados y Sportivo Peñarol, que fue su último club donde se retiró de la actividad con 35 años y mucho para dar. En la carrera del Bruja, hay hitos que quedaron marcados y que el mismo Molina cuenta con un dejo de nostalgia y orgullo a la vez.

"La deuda pendiente en mi carrera es no haber llegado a Primera División. Tuve la oportunidad cuando me probaron en Boca Juniors. Me acuerdo que dirigía Juan Carlos Lorenzo y su preparador físico era Jorge Castelli. Fui, les gusté pero Independiente Rivadavia les pidió 7 millones de pesos en ese tiempo por mi pase. No se me dio pero yo se que tenía condiciones como para jugar en esa categoría", contó Carlos.

La otra gran chance que se le frustró fue la selección nacional. Fue en la época de César Luis Menotti y su modalidad de armar un seleccionado con jugadores del interior: "Me seleccionaron y fui. Me tenía fe, una enorme fe como para jugarle de igual a igual al que sea. Estabamos entrenando en Huracán de Parque Patricios y lo encaraba a Tarantini o a Van Tuyne cuando quería. Estaba bien, pero enganché por la izquierda con botines con tapones altos y me esguincé mal la rodilla. Me lesioné y quedé afuera. Ellos viajaron a Tokio después".

Jugó junto a grandes monstruos del fútbol como Juan Gilberto Funes, por ejemplo, pero a la hora de recordar al mejor que tuvo al lado, Molina no dudó: "Lejos, el mejor compañero fue Carlos "Tomate" Quiroga. Un zurdo que hacía todo bien. Una delicia para jugar a su lado".