El inglés Tyson Fury le quitó anoche al estadounidense Deontay Wilder el cinturón de campeón de peso pesado del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), tras someterlo a una paliza que acabó con nocaut técnico en el séptimo asalto de un combate celebrado en el MGM Grand Garden de Las Vegas, Estados Unidos.

El festival fue presenciado por una multitud, que fue testigo del inicio circense en la previa de la pelea de fondo. Fury entró como un faraón egipcio sentado en un sillón que lo levantaba un grupo de mujeres. Y Wilder disfrazado como un rey de la fantasía.

Fury, de 31 años, hizo una impresionante muestra de poder sobre su rival (34), al que derrumbó dos veces antes de la definición con una implacable derecha al cráneo en el tercer asalto y una izquierda al cuerpo en el quinto.

En el séptimo round, Wilder lucía abrumado por el castigo de su retador y su esquina tiró lo toalla sobre el ring, lo que provocó que el árbitro estadounidense Kenny Bayless decretara el nocaut técnico.

Un round antes, el inglés oriundo de la comunidad gitana de Manchester tuvo una repudiable actitud cuando lamió sangre que emanaba de la oreja izquierda de Wilder, una promesa que había hecho durante una previa marcada por las amenazas y las provocaciones.

Fury (30-0-1, 21 KO) ejerció un absoluto dominio a lo largo de la pelea y dejó sin invicto al estadounidense (42-1-1, 40 KO) en lo que fue su undécima defensa de la corona de peso pesado CMB.

El británico embolsó 25 millones de dólares por su victoria y se tomó revancha de la primera pelea que ambos protagonizaron el 1 de diciembre de 2018 en Los Ángeles, declarada nula en una polémica decisión de los jueces.