Tigre y Boca Juniors igualaron ayer sin goles en Victoria al cabo de 90 minutos muy mal jugados, sin ideas ni coherencia en los movimientos y con el resultado final como una consecuencia lógica de la pobreza que uno y otro exhibieron. Como expresión individual, apenas puede rescatarse la habilidad y decisión del sanjuanino, Rubén Botta, que no alcanzó para darle suficiente peso ofensivo a un Tigre que no terminó de armarse en ningún momento del partido.

Boca, con las varias modificaciones introducidas en su formación, insinuó una mayor firmeza defensiva y de hecho logró sostener el cero en su arco. Pero el armado ofensivo es una deuda a la que no le encuentra solución.

Dentro de un desarrollo muy friccionado y sumamente impreciso, Boca comenzó con un aparente dominio territorial, pero sin auténtico control del juego, ni vías de llegada. La primera acción de riesgo la generó Tigre sobre el minuto 16, al ganar Rubén Botta un rebote por izquierda y sacar un remate bajo que controló Agustín Orión. Boca contestó dos minutos después. Un centro de Nicolás Colazo desde la izquierda fue recibido del otro lado por Guillermo Fernández, pero el volante definió mal y elevó su remate por encima del travesaño desde la puerta del área chica. En la medida en que fue ganando participación Botta, bien acompañado por Matías Pérez García, Tigre comenzó a tener mejor circulación y tuvo una buena chance sobre los 24 cuando una acción individual de Leandro Leguizamón culminó con remate bajo del delantero que se fue apenas desviado. A la media hora, una maniobra personal de Pérez García terminó con un zurdazo de fuera del área que Orión desvió con esfuerzo al corner sobre palo izquierdo.

En el último tramo el juego volvió a equilibrarse y Boca registró una buena llegada sobre los 35 con un tiro libre de Fernández que bajó Lucas Viatri y por muy poco no llegó a conectar Guillermo Burdisso a un metro del arco.

Si el primer tiempo había sido menos que discreto, el segundo fue de muy bajo nivel. Los jugadores se perdieron en rencillas e infracciones y las buenas intenciones de Botta no encontraron eco en ningún otro protagonista. Boca generó su única acción de relativo riesgo en el minuto 22 cuando Viatri remató a la carrera por encima del travesaño después de un pase de Juan Manuel Martínez. A los 24 Botta bajó muy bien en el área un envío cruzado por Pérez García, pero su zurdazo salió débil y Orión controló sin problemas.

A los 32, Lucas Janson dejó en el camino a Claduio Pérez y estaba para definir, pero eligió ceder a Ezequiel Maggiolo, quien se hallaba adelantado. En los últimos minutos se reclamó un penal de Pérez a Janson y otro de Lucas Orban a Lautaro Acosta, pero en ninguno de los dos casos se percibió una infracción. Y el partido terminó sin dejar nada de positivo. Boca sigue sembrando dudas en este nuevo proceso. Tigre, más afianzado, quedó en deuda con su gente y con este presente que lo tiene metido en todos los frentes. Sin dudas, poco para rescatar en un partido que pronto pasará al olvido por ambos lados.