En realidad ese golazo de Jorge Luna en el primer tiempo debería haber sido la diferencia del partido. Lo merecía San Martín. En líneas generales jugó mejor que Colón, por lo tanto estuvo más cerca de la victoria. Pero en el fútbol, se sabe, suelen aparecer imponderables, a veces disfrazados de errores (como en el caso del que cometió el árbitro Vigliano), y todo lo que merecía el Verdinegro se fue al tacho de la basura.
Eso, en el balance de la presentación en Santa Fe, debe dejar tranquilo al equipo sanjuanino porque, se notó, tuvo inteligencia y orden en su juego. Lo que sigue sin mostrar solución es la malaria por la que están pasando sus delanteros, que no hacen goles.
Entonces,” el árbol no debe tapar el bosque”, ésto es, traducido a este caso en específico, un penal mal cobrado en favor del rival no debe quedar como el total justificativo del porqué San Martín terminó empatando en Santa Fe. Es indudable que Perrone tendrá que trabajar y mucho- en los movimientos tácticos para que sus delanteros tengan más y mejores chances. Lo que no podrá hacer el técnico es empujarles la pelota al gol. Ahí es donde los propios jugadores deberán combatir la malaria. La pólvora mojada.
En el estadio de Colón, Osorio y García se comieron el gol. El colombiano de manera increíble, casi un minuto después del empate del local. Luna le metió una pelota notable al vacío. La dominó, corrió y, cuando salía el arquero rival desesperado, Osorio falló, pateando mal al cuerpo de Pozo. Casi imperdonable. De haber sido gol, los Sabaleros habrían “muerto” antes del final del partido.
García, a su vez, tuvo el gol por dos veces en el primer minuto del complemento. Le faltó rapidez y fiereza para definir. Si lo hubiese hecho, San Martín se podría haber puesto 2-0. Casi lapidario para el local.
El ingreso de Riaño no aportó mucho, pero el rubio es más dúctil y por ahí más frontal que García. Sería bueno verlo de nuevo junto a Osorio desde el inicio.
Porque los otros dos delanteros que podrían tener sus chances son Penco y Caprari, pero Perrone los tiene en un segundo plano. Lo de Penco es todo un jeroglífico. Un delantero como él, un referente de área que San Martín necesita, no termina de encajar en el esquema del técnico. Y el nivel del jugador tampoco ayuda. Entresemana, frente a Unión por la Copa Argentina, Penco tuvo su oportunidad, pero falló llamativamente cuando pudo anotar. ¿Será que necesita mayor continuidad?
Y Caprari también sufre un bajón en su nivel. Hoy no es ese delantero movedizo que fue goleador en la temporada anterior. Igual es una variante. Como la del pibe Lucas Salas, que tampoco ha tenido su gran oportunidad en Primera a pesar de ser atrevido en sus movimientos.
En las otras líneas Perrone parece haber encontrado el equipo y está conforme. Del fondo ni hablar. Tanto el arquero Ardente como los zagueros Landa, Ledesma y Hoyos, están en un gran nivel y marcan la regularidad necesaria como estar tranquilos.
En el mediocampo, los dos por afuera (Affranchino y Mas) tienen altibajos y dependen mucho de lo que proponga el rival, pero su fortaleza física y su entrega les asegura estar siempre en el equipo titular.
De los dos por adentro (Alderete y Alarcón) el tema es diferente. Alderete es la bandera del corazón. Vital siempre. Por lo que transmite. Por lo que marca. Un jugador indispensable. En cambio, Alarcón es una mezcla rara de exquisitez para mover la pelota y los hilos del juego con una lentitud extrema. Muchas veces quiere sobrar la situación. Igual, esa diferencia de ambos marca un buen equilibrio.
Del enganche Jorge Luna ni hablar. Es un jugador inteligente y capaz de destrabar un partido con un gol como el que hizo en Santa Fe. Hoy por hoy es titular indiscutido. Teniendo un sustituto (Federico Poggi) casi de las mismas características que, al igual que Penco, necesita mayor continuidad.