El final del empate ante Australia encontró a todo el plantel de los Pumas abrazado en la mitad de la cancha, festejando. No la meritoria igualdad ante los Wallabies, tampoco el histórico segundo puesto en el Personal Tri-Nations. El motivo de ese desahogo respondía a haber superado todos juntos uno de los momentos más difíciles de sus vidas.Y en el centro, quien peor la pasó: Pablo Matera. Quedó expuesto por errores de juventud, magnificados por su condición de capitán. El equipo le respondió a su liderazgo latente con una actuación a pura entrega y en ese abrazo del final se quebró y rompió en llanto.

Pese a que la UAR le condonó la suspensión que le había aplicado cuando se divulgaron sus tuits discriminatorios de 2012, Matera no jugó ante Australia. No obstante, conservó su condición de capitán del equipo y, pese a que en la cancha la cinta la llevó Jerónimo de la Fuente, su papel de líder se vio reforzado a lo largo de toda la semana a partir del apoyo indeclinable que recibió de sus compañeros.

Matera estuvo presente durante los ejercicios pre competitivos.

Matera estuvo adentro de la cancha durante el calentamiento previo y se lo vio hablando animadamente con sus compañeros. Luego, con la vestimenta oficial, cantó el himno frente a los titulares y siguió el partido desde la tribuna con el resto del plantel que no formó parte de los 15 que iniciaron el partidos más los ocho suplentes.

Como capitán, Matera fue cuestionado luego de que el último sábado, en la derrota ante los All Blacks, el único homenaje a Maradona de los Pumas fue una cinta aisladora en la manga derecha de la camiseta. Más allá de que la responsabilidad no recaía solo en los jugadores, Matera la asumió y el lunes en la noche australiana emitió un video en el que, al frente de todo el plantel, pidió disculpas públicamente. Lo peor estaba por llegar.

Al rato, de la nada empezaron a aparecer en las redes sociales chistes discriminatorios suyos publicados en su cuenta de Twitter en 2012. Con el correr de las horas, el escarnio que se hizo extensivo a todo el rugby argentino. Guido Petti y Santiago Socino también fueron escrachados. Ahí empezó el calvario. La UAR le quitó la capitanía y suspendió a los tres de manera indefinida. El equipo lo apoyó y hubo amenazas de no jugar el partido. Finalmente la condonación de la pena permitió que el equipo se presentara, aunque los tres implicados quedaron al margen.

Pablo Matera, capitán de Los Pumas.

Matera no habló públicamente, pero de las declaraciones de sus compañeros se desprende que vivió una semana muy difícil. No era para menos. Su arrepentimiento pareció sincero y la forma en que el equipo responde a su liderazgo da cuenta de que, nueve años después, maduró y tuvo la capacidad de aprender de aquellos errores. Esa imagen final resultó un quiebre: cuando Nicolás Sánchez se acercó, Matera no pudo contener el llanto. Reflejo lógico de descarga después de días intensos. También, de sus sentimientos por la camiseta de los Pumas.

Que el final haya sido con el equipo abrazado en medio del Bankwest Stadium de Parramatta, al noroeste de Sydney, el mismo escenario donde consiguió el histórico triunfo ante los All Blacks, habla de la entereza y unión de este grupo de jugadores que dentro de la cancha demostró estar para cosas grandes. Se cierra un año inusual, se abre el futuro.