22 años…. Poco y mucho, a la vez. Demasiado para aquellos viejos hinchas que añoraban ver los colores de Atlético de la Juventud Alianza en lo más alto del firmamento futbolero de San Juan. Pocos, para esa nueva generación de adoradores del Lechuzo que querían festejar su primera vuelta olímpica. Eso sí, igual para todos a la hora de inflarse el pecho con el grito de campeón porque el orgullo de ser de Atlético vive en aquellos viejos hinchas que enrojecieron sus ojos y late también en las gargantas afónicas de la sangre nueva. Así es Atlético de la Juventud Alianza. Puro orgullo, mucha estirpe y un legado generacional que vivió su fiesta después de dar el paso final hacia la conquista del Oficial 2010, venciendo en la última fecha a Sportivo 9 de Julio por 2-0 y quedando por encima de Sportivo Peñarol por apenas un punto.
Después de toda la lluvia que azotó San Juan, el pueblo Lechuzo decidió dar el presente en el estadio Del Centenario. Como para ir anticipando que el orgullo estaba intacto y que cuando los colores lo reclaman, su gente siempre está. Colorido, mucho grito. Demasiada ansiedad como para que el equipo de Marcelo Vázquez jugara a lo campeón. Empezó apurado, impreciso. Pero claro, al orgullo hay que ayudarlo y Alianza fue a buscar su destino en la primera jugada franca de peligro que tuvo. Iban 10 minutos, llegó el centro desde la izquierda y a Federico García -arquero de 9 de Julio- lo dejaron demasiado solo. Dudó, lo anticiparon, perdió la pelota y Oscar Samper, un auténtico producto de la cantera Lechuza, la empujó al gol. Un golpe, un gol. Contundencia total. Alianza tuvo la segunda chance y esta vez, Samper la definió por arriba tras un cabezazo de Ceballos y las dudas del fondo de 9 de Julio. Todo era Lechuzo y a los 35′ Javier Paratore le quemó las manos a García, que respondió muy bien. Todo controlado entonces para el nuevo campeón.
En la segunda parte, Atlético de la Juventud Alianza terminó de liberar el orgullo de ser lechuzo rápido. A los 6, una desastroza salida de Marcelo Leyes le sirvió en bandeja el gol de la redención para Javier Paratore, un laburante del gol, al que en este 2010 la vida le jugó una carta brava y de la que se está reponiendo. La Liebre definió como se debe definir. Abajo, inatajable. Partido definido mucho antes de que se terminara el tiempo. Porque 9 de Julio no tuvo cómo y con qué inquietar y porque Atlético Alianza se limitó a controlar las inofensivas embestidas de un rival necesitado que nunca tuvo la rebeldía indispensable para cambiar su suerte.
La película estaba escrita ya. El orgullo pedía cancha y Atlético rememoraba viejos y gloriosos tiempos pasados. Mucho para algunos, poco, para otros. Pero ver el campo de juego inundado de auténtica devoción por los colores de Atlético terminó achicando brechas, uniendo generaciones y demostrando que el amor por una camiseta no sabe de tiempos, títulos ni rachas. Se tiene, se mantiene y se hereda.
Y claro, sobró tiempo para que el pueblo Lechuzo renovara votos de adoración a sus colores. Entonces no extrañó que el Dale Campeón Dale Campeón retumbara en Santa Lucía. Que las bengalas de humo y toda la pirotecnia adelantaran las fiestas de fin de año en plena tarde de octubre. Atlético de la Juventud Alianza, el Decano de San Juan, había vuelto. Tras 22 años de sequía, volvía a ser el mejor de San Juan. Nada más, ni nada menos. Como para que les explotara el pecho. Como para decir que Atlético Alianza no solo recuperó un título.

