Un día inolvidable. Rodrigo y su padre, en los instantes previos a poder acelerar de nuevo a más de tres años del ACV. La moto tiene una adaptación con el acelerador, que está a la izquierda, pero el piloto ya domina la unidad sin problemas.

Uno por ciento. Ese era el porcentaje de vida que le habían dado los médicos a sus papás, aquel 26 de marzo de 2016. Rodrigo González, por entonces de 19 años, había sufrido un ACV durante una carrera de motocross en La Rioja y luego en 72 horas lo operaron dos veces, siempre en coma inducido. Contra todo pronóstico, el piloto se recuperó, volvió a hablar, volvió a caminar y ahora, a tres años y medio de aquel accidente cerebro vascular, volvió a entrenar. Y está claro, a la luz de su fuerza de voluntad y coraje, que regresará a las pistas tal como se lo propuso. "El año que viene, si Dios quiere, voy a volver a los ruidos", prometió desde su Sarmiento natal.

La historia de Rodrigo es increíble, pues esquivó a la muerte y después afrontó con entereza una larga recuperación. El ACV hemorrágico en plena carrera le generó problemas con el habla y con la movilidad en su mano derecha, sin embargo tuvo un intenso proceso de rehabilitación. Cognitivamente siempre estuvo excelente, pero su cuerpo al principio se negaba a responderle al cerebro.

Ahora, superada esa etapa y pese a que aún le quedan algunas pequeñas barreras que sortear, se animó y empezó a entrenar en moto.

El ACV se produjo el 26 de marzo de 2016, en una carrera en La Rioja.

Feliz. Rodrigo superó sus pocas chances de vida y las secuelas del ACV. Hoy su vida es plena.

"La verdad que tenía miedo, mucho miedo. Es que hace unos meses había intentado subirme a la moto y me caí. Pero ahora estaba más preparado y con mi papá y mi hermano fuimos a la finca, me puse todo el equipo de motocross y arranqué la moto. Primera (marcha), después segunda, doblé a la izquierda, a la derecha y me solté. Y me sentí increíble", relató Rodrigo, emocionado.

El excampeón sanjuanino Junior de motocross 2013 debió adaptar su moto, ya que al no poder acelerar con la mano derecha tuvo que colocar el acelerador en el lado izquierdo del manillar, junto al embrague. Así, el desafío es doble para el piloto pues debe apretar y soltar la manija del embrague a la misma vez que le da gas al motor. "Cuando troto, la mano derecha se me cierra involuntariamente; pero cuando ando en moto tiende a abrirse. Por eso tuvimos que poner el acelerador del lado izquierdo y por eso también es que debo pararme de vez en cuando en los entrenamientos para acomodarme la mano, porque de a poco mis dedos se van soltando. Después sigo", destacó.

El objetivo. En 2016, González atravesaba un gran presente. Su meta es volver a correr.


Rodrigo está tan entusiasmado que ya practica día por medio y también paulatinamente va aumentando la duración de los entrenamientos. "Voy progresando y cada vez acelero un poco más. El fin de semana que viene voy a hacer una práctica más intensa. Ya este año será muy difícil que vuelva a correr, no lo creo; por eso el objetivo será el 2020. Y por supuesto que va a ser de a poco también, seguramente empezaré en Promocional", dijo Rodrigo, en referencia a las categorías. Y es que de ser uno de los pilotos destacados en la región en Junior, el paso previo a Senior (la divisional más alta), González volverá a las pistas en Promocional, una categoría de base. Sin embargo, después de todo, es un precio que está dispuesto a pagar con felicidad.