Ídolo. Toda mi felicidad al poder compartir un momento con mi ídolo Maximiliano Richeze. Me contó que los colombianos lo idolatran.

Hace unos meses, desde que empecé junto a mi amiga a planificar el viaje, me imaginaba el Tour. Todo: los recorridos, el paisaje, cómo sería tener tan cerca a los grosos del ciclismo mundial todos juntos en el mismo pelotón y cómo haría para comunicarme con el poco francés que manejo. Y también me imaginaba que los europeos no eran tan pasionales como nosotros. Pensé que eran fríos, por la forma de vida que llevan y mucho más por el deporte. Y seguí pensando eso cuando por fin llegué a la ciudad de Pau, después de un largo viaje desde Madrid. Conectando desde la capital española dos trenes y un colectivo. Allí mis expectativas comenzaron a bajar. Es que en esa pequeña pero atractiva ciudad, había pocos carteles, escasa publicidad y muy poco movimiento que indicaba que en menos de 24 horas llegaría el Tour...


Todo cambió ese jueves al mediodía cuando salí a dar una vuelta y Pau parecía otro mundo. La peatonal llena de gente y los clásicos stands de una competencia oficial le daban el colorido especial al centro de la ciudad.


Y allí llego mi sorpresa mayor cuando noté el enorme fanatismo de todo el mundo por el ciclismo. Sí, como sanjuanina pensaba que esa loca pasión por el deporte al que yo me abracé en mi niñez por el negro Oscar Villalobo, pensaba que era sólo en San Juan pero no, me cansé de contar banderas de países como Islandia, Polonia, Eslovaquia y de los lugares más insólitos del mundo que lo sienten tal como nosotros.


Entre todos quienes llegan a esta parte de Europa, los colombianos son sin dudas quienes ocupan el podio número uno en cantidad de espectadores, y si bien aturden a todos gritando por Nairo Quintana es increíble la idolatría que sienten por nuestro Maxi Richeze. El argentino que tantas veces hizo ganar al cafetero Fernando Gaviria reconoció después en su hotel que los colombianos lo quieren más que los de nuestro país.

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San Juan por mi sangre. Con la bandera albiceleste y la inscripción San Juan. Aproveché para decirles a todos que la Vuelta de San Juan también despierta pasión.

El Tour, ese que tanto soñé verlo y vivirlo en carne propia, me siguió sorprendiendo en Lourdes. En los pies de la capilla de la Virgen partió el pelotón ante los aplausos y el griterío de una ciudad desbordada por miles de fanáticos.

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No pudimos estar en la penúltima etapa de Espelette pero llegamos a París y esperamos a nuestros ídolos. Fue incesante la espera. Diría que eterna con 4 horas -mínimo- de anticipación para poder ocupar un buen lugar en la avenida de los Campos Eliseos donde no cabía ni un alfiler.


Allí una hora antes de la llegada del pelotón una caravana conformada por los sponsors pusieron el colorido necesario con sus carruseles super modernos promocionando sus productos. Vine como hincha a París por eso me quedé sin voz alentando a Maxi y me empaché de ciclismo del más alto nivel.

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Nosotros tenemos cada enero nuestra Vuelta a San Juan. Y como nuestra Vuelta no podía estar ajena al Tour me cansé de promocionarla a cada uno que me preguntó qué hacía acá, como una carrera humilde, sin tantos lujos y que ahora al ser 2.1 UCI aspira a seguir dándose a conocer en el mundo. Les dije a todos que nuestra Vuelta es donde la pasión desborda y hace poner la piel de gallina a todos quienes están viéndola...