Cuesta encontrar, ojeando hacia atrás almanaques, un partido entre Boca y River que los encuentra a los dos tan devaluados. Sin pelear por nada, justo en el campeonato que están afuera de las Copas y donde -teóricamente- por contar con planteles más jerarquizados aparecían como los rivales a vencer.
¿Se puede llamar superclásico a un partido que en las actuales circunstancias, de ganarlo, no servirá, como otros, para "salvar el año"?
Por lo ocurrido ayer da la sensación que River llega mejor parado a la cita de La Bombonera. Sin embargo, es de esperar que el mancillado orgullo boquense, salga a la superficie y, por lo menos, intente mostrar una cara más positiva de la permeable e irresoluta versión que ayer fue humillada por Tigre.
En esta época de vacas flacas es, también, River el que más necesita los tres puntos. Si uno mira la tabla de los descensos, cuando el año que viene pierdan los 66 puntos de la temporada 2007/08 quedarán muy por debajo de la media para respirar tranquilos. Se supone que un equipo con 45 puntos por año no tiene problemas. Hoy, River suma 76 unidades, o sea que le restan 14 puntos para llegara a los 90 y ser optimistas.
¿Podrá Boca recuperar la sonrisa? Parece complicado después de escuchar las declaraciones de su técnico, Abel Alves, que asumió toda la responsabilidad por la derrota de ayer, pero les cargó la romana a los jugadores diciendo que no tuvieron actitud.
Por el presente de ambos, adjetivarlo como "super" al partido entre los dos clubes de mayor popularidad, suena raro. Es muy difícil llamarlo así desde la pobre expresión futbolística que transmiten. Las motivaciones para darle mayor importancia habrá que encontrarlas desde lo extrafutbolístico. Para ganar River deberá mantener su endeble regularidad y Boca chocarse con el que alguna vez fue.
