Ganó Argentina y estamos todos contentos. Pero, a 99 días de la cita mundialista en Sudáfrica, lo que menos importa es el resultado. Porque aunque hubiera empatado, la cara que mostró el conjunto difiere mucho al que tenía en las Eliminatorias. "Los triunfos dan tiempo. El tiempo da trabajo. Y el trabajo da triunfos", suele afirmar Carlos Bilardo, cuando se refiere al circulo vicioso en el que se mueve el fútbol. Y tiene razón. La victoria ante una Alemania bastante opaca, mostró aristas para destacar y le permitirá a Maradona gozar de una tregua en su lucha con la prensa, en la que podrá ajustar un poco más el funcionamiento colectivo, que tuvo dos puntos en alza (defensa y mediocampo) y uno en deuda (ofensiva).
1- Mayor firmeza defensiva
El talón de Aquiles del equipo durante partidos anteriores fueron las pelotas aéreas cruzadas y sus derivaciones. Ayer Alemania, por impericia propia y virtudes de los zagueros (Demichelis y Samuel) y volantes (Gutierrez y Verón) argentinos, no pudo hacer pesar la potencia aérea de sus tanques.
Lo más flojo del fondo fueron los laterales. Otamendi cometió fallas propias de su falta de roce internacional como hacer pases hacia el medio o esperar demasiado y ser anticipado. Heinze fue más de lo mismo. Siempre juega a la primera intención y da una chance más a los rivales.
2- Mayor equilibrio
Aún con un Mascherano que está lejos del techo que alguna vez alcanzó por despliegue, marca e influencia en el juego, Argentina tuvo en el medio los rendimientos más destacados. Verón, puso en la cancha toda su experiencia para manejar los tiempos y la distribución de pelota. Gutiérrez hizo un surco por la derecha y le sobró aire para cerrar huecos a espaldas de sus compañeros. Y, Di María sumó a su inteligente despliegue una cuota ofensiva que sorprendió a los alemanes. Metió un tiro en el travesaño luego de una jugada individual y asistió con justeza a Higuaín para el gol, entre otras virtudes.
3- Desconectados.
Con algunos de sus piques que generan -en la mayoría de las veces- foules tácticos, Lionel Messi quiere parecerse a su famosa versión del Barcelona. Ayer, cuando sintonizó la misma onda con Verón y Di María en un par de toques o gambetas, provocó cosas interesantes. Después, se lo vio merodear en tres cuartos buscando una posición que lo ponga más en contacto con la pelota. Una mayor influencia suya en el juego permitirá que Higuaín -que ayer convirtió el gol y sacó provecho de las pocas pelotas que tuvo- esté mejor asistido. A los dos, como a Tévez, les sobra jerarquía y no cabe duda que en los poco más de tres meses que faltan para el debut con Nigeria, Maradona deberá pensar y procurar que reciban más juego y puedan lastimar a las defensas rivales.