Se suele decir en nuestra provincia que la Vuelta es las vacaciones de los pobres. Tomando ese refrán se podría decir que la Avenida Circunvalación es la principal fuente de ingresos de esa clase de gente. Es que ayer, tal cual ya es un clásico, el público colmó varios sectores de esta arteria y demostró que la despedida de la carrera más importante de la provincia es todo un ritual. Si bien no hubo la multitud de otras ediciones, como por ejemplo cuando Oscar Villalobo se quedó con su primera Vuelta en el 2003, desde la Policia se informó que aproximadamente 30.000 espectadores le dieron el marco ideal a la despedida de esta 29na. edición.

Desde muy temprano la gente se acercó al anillo de la Circunvalación. Incluso más de uno no dudó en almorzar sobre el césped. Las reposeras tuvieron un rol preponderante para esperar el paso de un giro al siguiente. Otro factor clave resultaron las bebidas, que también a diferencia de otras carreras en la Avenida, esta vez no se notaron en tantos litros de alcohol. Es que más bien las familias fueron los protagonistas, incluyendo niños viendo de cerca el paso de la caravana multicolor.

Los puentes de calles General Acha, Paula Albarracín y Mendoza, sin dudas, fueron los más abarrotados de gente. En esos lugares también se notó como el ciclismo y el fútbol respiran la misma pasión. Es que en la zona de Rivadavia, los hinchas de Desamparados colgaron un par de trapos; en Concepción, apenas pasando el club San Martín, los hinchas Verdinegros dijeron presentes en multitud; mientras que en Rawson, predominó el color azul de Unión.

El octavo y último giro de la etapa sirvió para que la gente le diera su apoyo incondicional a Daniel Zamora, quien contó al costado de la Avenida, pasando calle General Acha, con el aliento de sus familiares más cercanos que colgaron una bandera de aliento. También sirvió ese tramo decisivo para que un trapo en recuerdo al fallecido Armando Borrajo emocionara a más de uno en el epílogo de la bien llamada Vuelta del pueblo.