Entró por la ventana a esta Copa América. Más por el apoyo popular, que por convicción del técnico de la selección, Sergio Batista. Y el destino quiso que Carlos Tevez, llamado el ‘jugador del pueblo’, fallara el penal que dejó a la Argentina sin el sueño de ganar un torneo internacional luego de 18 años.
Lo que sorprende no es que el Apache falle un penal. Lo que llama la atención y hasta llega a irritar es el desgano con que jugó los 37 minutos que le dio el Checho en cancha. Se lo notó perdido y, sobre todo, sin la rebeldía para agarrar el balón y ser capaz de hacer daño a esa muralla charrúa. No fue el Tevez de Boca, ese que Batista siempre quiso traer al presente. Tendrá que entender el DT y el propio futbolista, que el tiempo no va para atrás. Es imposible.
La Copa empezó y terminó mal para el delantero de 27 años. Largó como titular ante Bolivia y defraudó, igual que el resto de sus compañeros en ese magro 0-0. Ante Colombia lo despidió una silbatina (igual que al resto) pocas veces vista en nuestro país y frente a Costa Rica ni siquiera vio acción. Anoche, se paró muy atrás de arranque. Error de Batista haberlo puesto sin la idea clara de un puesto a ubicar. En el suplementario ingresó algo más en juego, pero siempre con ese paso cansino. Apagado. Empecinado en atravesar a los defensores uruguayos y no en buscar el mejor pase a un compañero o llegar mediante un remate. La caminata hacia el penal que condenó a la albiceleste a la eliminación debe haber sido cruenta. Su remate de derecha, cruzado y a media altura, lo dejarán como el villano de esta eliminación tempranera e inesperada por todo un país. Ese país, que según se dijo a través de los medios y el propio Tevez adoptó, lo tildó del jugador del pueblo.