Si el Barcelona logró el triplete la temporada pasada fue, en gran parte, gracias a él. Ahora, Leo Messi quiere ver recompensada su enorme ascendencia en el mejor equipo del mundo con un rosario de premios individuales que lo confirmen como el mejor futbolista del planeta. De momento, y tras la gala que se ha celebrado en Mónaco, ya ha añadido la primera pieza a su colección: el MVP (el jugador más valioso) de la pasada Liga de Campeones, competición en la que se erigió como máximo goleador, con nueve tantos, incluido el que marcó en la final ante el Manchester United.
Messi eclipsó en la finalísima de Roma al mismísimo Cristiano Ronaldo, y allí, en la Ciudad Eterna, acabó de sentenciar al portugués, que probablemente tendrá que ver cómo el argentino le arrebata en esta campaña todos los títulos individuales que consiguió el año pasado.
El MVP de la \’Champions\’ -también ha sido nombrado mejor delantero de este campeonato- es sólo el aperitivo de lo que está por llegar.
A buen seguro que Leo deberá desempolvar su mejor traje -si es que guarda alguno en el armario- para fotografiarse, en los meses sucesivos, con el trofeo al Mejor Jugador que otorga la FIFA, con el Balón de Oro que entrega la revista \’France Football\’ al mejor jugador del momento o con el premio FIFPro, el máximo reconocimiento que un futbolista puede recibir de sus propios compañeros.
Será su \’póquer\’ particular después de conseguir otro colectivo, que empezó con la medalla de oro con Argentina en los Juegos Olímpicos de Pekín y prosiguió con la Copa del Rey, la Liga y la \’Champions\’ con el Barça, en una última temporada de ensueño. A ellos, se unió la reciente Supercopa de España que el Barça alcanzó la semana pasada contra el Athetic Club.
Leo Messi, 22 años y 38 goles de azulgrana (23 en Liga, 9 en Champions y 6 en Copa) en el último curso, se ha reafirmado en los últimos doce meses como el jugador más desequilibrante del firmamento futbolístico.
La pasada campaña, Guardiola lo convirtió en el líder del equipo, después del adiós de Ronaldinho y Deco. Lo mimó y lo cuidó, lo motivo y dosificó (51 partidos jugados, 41 de titular), y la \’Pulga\’ le respondió con un rendimiento superlativo -sobre todo en las grandes citas- al que sin duda contribuyó la ausencia de lesiones musculares, hasta entonces su talón de Aquiles.
Pero consideraciones tácticas al margen, la verdadera receta del éxito del fenómeno Messi hay que buscarla en su momento anímico, algo que se ha cansado de repetir Guardiola durante el último año. "Lo único que me preocupa de Leo es que sea feliz", ha reiterado. A juzgar por cómo disfruta el \’crack\’ azulgrana sobre el terreno de juego, el entrenador del Barcelona no tiene de qué preocuparse.

