Rosario volvió a vivir el clásico de la ciudad, luego de tres años, desde bien temprano, con mucha policía en lugares estratégicos, pero también con corte de tránsito y desvío de líneas de colectivos. En lo concerniente a la seguridad, más de mil efectivos en estadio y sus alrededores, pero también varios cientos en el Parque Independencia.
Apenas una bomba de estruendo con colores amarillo y azul explotó ante la llegada del micro de Newell’s al Gigante pasadas las 14. Dentro del colectivo, el jugador Martín Tonso fue de los más eufóricos golpeando los vidrios y cantando los augurios para un domingo triunfal, que al final no se les dio.
Los Leprosos fueron vigilados por tierra y por aire. Es que el micro que transportó a Newell’s no sólo fue escoltado por móviles policiales sino también por un helicóptero a lo largo de todo su recorrido.
En tanto, ya dentro del estadio de Arroyito, los primeros silbidos fueron para los arqueros del visitante. Faltaba media hora para el comienzo del partido y los cantos de aliento para Central trocaron inmediatamente en un alud de silbidos: Nahuel Guzmán y Adrián Gabbarini, arqueros titular y suplente de Newell’s, habían salido a ver el campo y una de las áreas. Por último, otro detalle de seguridad: Los socios de Central no pudieron llevar radios portátiles por disposición de las autoridades.

