Clásico. Punta. Quinta victoria al hilo de Trinidad en el Templo en igual cantidad de partidos en la temporada. Anoche, demostró todo su poderío ante un rival durísimo de esta zona F como Alianza. Fue un 2-0 para aumentar la ventaja en la cima de las posiciones a cinco unidades sobre el Lechuzo y Atenas de Río Cuarto. Justo en una jornada cargada de emociones debido al fallecimiento reciente de una hija del arquero de Trinidad, Andrés Lavorante, quien decidió jugar, recibió una ovación y que en el minuto de silencio derramó decenas de lágrimas.

Trinidad lo ganó de punta a punta. Desde el primer minuto hasta el último. Copándole la mitad de la cancha y con un ritmo frenético en los metros decisivos de la cancha. Y si no lo empezó a ganar en la primera etapa fue, en parte, por la ausencia en el toque final de sus goleadores: Gigena y Martiní, ambos lesionados. El equipo de Pagés le ganó el medio al de Piozzi, bastante hostigado por la platea local por su paso en el club de Barrio Atlético. A partir de la zurda de Burgo se generó lo mejor del puntero. Un zurdazo del diez terminó en el travesaño del Tato González que ya nada podía hacer. A los 20′ el modevizo Olivarez sacó un derechazo que le faltó puntería y un poco después, el mismo delantero la levantó demasiado cuando el gol se aproximaba.

Igualmente parado en el complemento, Trinidad encontró la calma necesaria para marcar la diferencia que mostraba en el juego también en el marcador. Y paradójicamente fue mediante un defensor como Villegas quien a los 17′ se elevó tras un córner e infló la red. El pocitano lo gritó a pleno y luego se lo dedicó a su compañero Lavorante. Alianza era pura imprecisión. Sólo Pérez contó con un zurdazo que salió apenas desviado. Pascual ingresó para darle más actividad a la ofensiva y a los 28′ casi lo empate con un remate, pero el Oso la desvió en el camino. Por entonces, el juego era de ida y vuelta. Con Alianza arreciando en su búsqueda del empate y Trinidad agazapado para dar el zarpazo letal. Ese que llegó a los 35′ con una gran jugada colectiva que empezó Costa, se la dio a Burgo y tras un centro exacto del enganche, el Copo la mandó a la red. 2-0 y delirio en el Templo. El resto, estuvo de más. Incluida la expulsión de Galán y los empujones tras el partido por supuestas cargadas de algún vencedor contra vencido.