Largó expectante. Como agazapado. Cuidándose como si el que estaba al frente era un grande. Respetando a este sorprendente Chile. Pero fue calentando los motores y dijo basta. Apretó el acelerador cuando se lo propuso y terminó goleando 7-0 a Chile sin complicaciones. Hoy se le viene, de nuevo, Argentina en una final por el título ecuménico y esto los españoles lo conocen a la perfección.

Ayer España fue un canto a la efectividad ante los trasandinos. Sin ponerse nervioso. Moviendo la bocha en forma permanente. Largando con el equipo titular de siempre pero rotando hasta que todos entren. Tanto que sólo un jugador (Xavier Barroso) no convirtió goles. Eso se llama un equipo en todo el sentido de la palabra.

Afirmado como siempre por la capacidad de Pedro Gil y la paciencia de Marc Gual, el equipo español empezó estudiando y respetando a Chile. Pero bastó que Jordi Adroher la mandara al fondo para que en dos minutos le metiera tres pepas a los golpeados chilenos. Así terminó el primer tiempo, y casi como que también el partido.

Porque el equipo trasandino salió dispuesto a revertir el trámite y el tanteador pero recibió de respuesta el cuarto gol español (Antonio Pérez a los 5’) y eso terminó por desbarrancarlo. El partido prácticamente se desnaturalizó y sólo hubo que esperar hasta cuántos goles llegaría España. Así fue. Llegó a los 7 y Chile no pudo vulnerar el arco del notable Sergi Fernández.