Bastó un segundo para que los más de 5.500 sanjuaninos que vieron el partido en la Plaza 25 de Mayo quedaran en silencio total. Un silencio que después del pitazo final se transformó en angustia y desolación. Así, los corazones se paralizaron y las lágrimas brotaron en muchos de los hinchas que no pudieron disimular el dolor de haberle puesto un punto final al sueño de la Copa del Mundo.

Antes de la 16, la plaza se llenó de ilusiones. Los hinchas llegaron con una alegría difícil de comparar y confiados en que los jugadores de la Selección les iban a dar lo que tanto anhelaban: el título el mundo.

Se ubicaron cerca de las pantallas y cantaron por el equipo celeste y blanco en cada segundo del partido. Corearon el Himno Nacional Argentino con tanta fuerza que erizaron la piel de todos los fanáticos. Con bombos, redoblantes y banderas que flamearon hasta después de terminado el encuentro, disfrutaron al máximo las jugadas peligrosas de Argentina y se quedaron sin voz después del gol anulado a Higuaín. Sin embargo, el gol de Alemania tiró abajo todos los sueños y los festejos organizados previamente.

Y a diferencia de los partidos anteriores donde la plaza quedó pintada con colores de Argentina, con cara sonrientes y con mucha esperanza, esta vez el dolor fue más grande. Algunos quedaron inmóviles frente a las pantallas y con las manos sobre la cabeza. Otros se desplomaron de rodillas en el suelo. Y no faltaron los que con las lágrimas borraron las banderitas celestes y blancas que tenían pintadas sobre las mejillas.

Con la bandera aferrada a su corazón Ruperto González, uno de los sanjuaninos que estuvo en la plaza, no pudo disimular la angustia. Trató de no llorar para contener a su hijo de 7 años que estaba abrazado a él con mucha fuerza y tristeza. Esta imagen se repitió en los miles de sanjuaninos. Pero se repusieron al dolor y aplaudieron con fuerza durante la entrega de premios y corearon con ganas "Argentina, Argentina, Argentina".