No defraudaron. La expectativa que tenía este reencuentro en el césped de Wimbledon después de 11 años fue cumplida. Con creces. Y Roger Federer logró tomarse revancha de aquella dolorosa derrota con Rafael Nadal en la definición de 2008. El suizo se impuso en un partidazo por 7-6 (3), 1-6, 6-3 y 6-4, en tres horas y dos minutos, y jugará la final de Wimbledon frente a Novak Djokovic.

En el 40° enfrentamiento entre ambos -el cuarto en el césped londinense-, Federer arrancó con un saque sin fisuras y en el segundo Nadal le respondió con un game en cero. Paridad absoluta. Lo que se esperaba y lo que entregaron en el comienzo del primer set. Sin chances de quiebre para ninguno, con un surtido de golpes de ambos. 

Con el español sacando 3-4, apareció esa primera oportunidad de break point. Pero con una gran defensa, Nadal evitó el quiebre e igualó el partido.


 

La primera doble falta también tardó en llegar: el mallorquín la cometió en el décimo game, aunque eso no influyó en su servicio; tampoco en el siguiente cuando pasó de estar 40-0 a 40-40 e ilusionó a Federer con cerrar el primer set 7-5. Sin embargo, se puso en carrera y lo llevó al tie break.

Allí, en un comienzo, tampoco se distanciaron. Aunque Nadal arrancó con un mini quiebre, Federer respondió en el siguiente. Lo mismo ocurrió en el tercer saque del español y en el tercero del suizo (3-3). Sin embargo, en un momento, esa paridad se rompió. Fue cuando el tenista de 37 años y segundo preclasificado en Wimbledon se quedó consecutivamente con los saques de su rival, aseguró los propios  (6-3) y con una paralela profunda cerró el tie break 7-3.

En resumen, un primer set muy luchado, Federer sacó esa mínima distancia gracias a sus tiros ganadores (16 contra 7 en winners). También fue mejor al servicio: 7 aces contra 3 y ninguna doble falta frente a una de su rival. 

En el segundo, en cambio, fue Nadal el que no falló y golpeó fuerte a Federer. Primero, lo amenazó con dos chances de quiebre en el segundo game del set. Luego, salvó dos oportunidades que tuvo el suizo. Y finalmente, en el cuarto juego, consiguió el esperado quiebre que confirmó con su servicio para ponerse 4 a 1.


 

Al ver que el set se le escapaba, Federer bajó sus defensas y no luchó por darlo vuelta. Nadal volvió a quebrarlo y luego lo cerró con su servicio 6-1. En resumen, un juego casi perfecto de Rafa, que se aprovechó de la bajísima efectividad de Federer con su servicio: 22% de puntos ganados con el segundo saque (contra el 75%) y apenas 54% (contra 73%) con el primero. 

Pero el ex número 1 del mundo y actual 3° del ranking de la ATP reaccionó. Frente a frente en la red, el suizo sacó a relucir su gran revés y quebró para el 3-1, que luego confirmó tras evitar que Nadal lo quebrara en sus tres oportunidades.

Aunque el español pudo mantener el saque frente a dos break points en el sexto game, la distancia con Federer ya era insalvable: el suizo -que subió su efectividad a 80% de puntos ganados con el primer servicio y a 86% con el segundo- se lo llevó por 6-3 y volvió a ponerse al frente en el partido.

El nivel de Federer era demasiado alto, aún para un Nadal que no se cansaba de atacar. Quebró en el tercer game y sacó esa primera ventaja que necesitaba para acercarse a la victoria. Solo porque Rafa era quien tenía enfrente, tuvo que aguardar hasta el quinto match point para quedarse con el pasaje a la final. Es que el español resistió con grandes tiros y un ataque furioso en cada intento que permitió, por ejemplo, ver a Roger fallar un smash desde el fondo de la cancha. Finalmente, un revés paralelo afuera del tercer preclasificado en Wimbledon definió el partido.  Federer levantó los brazos y el público explotó. Su Majestad intentará recuperar el domingo aquel trono que le arrebató Novak Djokovic.