El suizo Roger Federer, número uno del mundo, llegó ayer a su 22da. final de Grand Slam, al vencer con comodidad al francés Jo-Wilfried Tsonga por 6-2, 6-3 y 6-2, por una de las semifinales del Abierto de tenis de Australia. El suizo, que va por su cuarto título en el certamen, buscará tomarse revancha de la final que perdió el año pasado frente al español Rafael Nadal, quien en esta edición fue derrotado justamente por el próximo rival de Federer: el escocés Andy Murray.

Murray, quinto cabeza de serie, llegó al partido decisivo, que se jugará mañana, tras eliminar ayer al croata Marin Cilic, decimocuarto preclasificado, por 3-6, 6-4, 6-4 y 6-2.

Federer sólo perdió una semifinal de las 23 que jugó por Grand Slam: en el 2008 cayó ante el serbio Novak Djokovic, quien luego ganó el torneo tras vencer en la final a Tsonga.

El suizo no le dio ninguna chance al francés, quien justamente había vencido en los cuartos de final a Djokovic. "Es bueno jugar un match así", dijo humildemente Federer, quien agregó: "Pienso que contra los mejores jugadores, siempre es positivo si uno puede ganar el primer set".

El suizo también fue contemplativo con Tsonga y dijo que "quizás él estaba más cansado mentalmente que físicamente. Eso fue desafortunado para él".

Federer estuvo acompañado en la cancha por sus padres Lynette y Robert, y su mujer Mirka, quienes disfrutaron de la exhibición que brindó el suizo, quien jamás cedió su saque y consiguió cinco quiebres sobre el de su rival. El suizo conectó 33 winners y apenas cometió 13 errores no forzados para quedar a un paso de ganar su título número 40 en canchas rápidas y el 62 de su carrera.