Una hora antes del encuentro, las gradas mostraban un aspecto desalentador, grandes espacios de tribuna estaban vacíos. A medida que se acercaba el momento de que salieran al campo de juego los dos equipos, el flamante estadio San Juan del Bicentenario se llenó de las voces de los varios miles de niños de las escuelas de rugby de San Juan (se entregaron 5.000 entradas) y Mendoza (en la vecina provincia se repartieron 1.200), también de aquellos que llegaron en colectivos desde sus departamentos (casi 2.000) y también de otros tantos jóvenes que asistieron con alguno de los 4.000 boletos que el Ministerio de Educación repartió entre los colegios.

Los chiquilines se animaron y cantaron desde el clásico “vamos, vamos Argentina, vamos a ganar…”, hasta otros cánticos futboleros adaptados para la ocasión.

Y no sólo de voces se llenó el nuevo templo sanjuanino. También de colores porque los chicos fueron vestidos con las camisetas de sus clubes. Muchos llevaron sus banderas, destacándose la del Jockey Club que tenía una leyenda en la que saludaba a su figura, el “pumita”, Juan Cruz Guillemain, quien ayer estuvo 15 minutos en cancha para orgullo de sus compañeros de club.

Cada try de Los Pumas despertó una ovación. Incluso se silbó la opción de un penal que tuvo Sudamérica Invitación. Por un momento los sanjuaninos tuvieron como propiedad exclusiva a la Selección argentina.

Las imágenes televisivas que fueron difundidas anoche -en diferido- por ESPN, mostraron una fiesta popular que tuvo en el partido la excusa perfecta para que el rugby sanjuanino suba otro peldaño de la larga escalera de su crecimiento.