Festejo. Matías Giménez vive como pocos este momento de San Martín. Un jugador hecho en la cantera que se ganó el lugar.

Los sueños nunca se terminan. Se persiguen, se logran. Y a Matías Giménez le está pasando eso. Ese momento mágico que no tendría que terminarse jamas, lo envuelve hoy con los colores verde y negro de su querido Atlético San Martín. Es que tiene sangre verdinegra, heredada de su abuelo Héctor y de su papá Daniel y después de 12 años de hacer toda la escuelita en Concepción, en esta temporada se abrió esa puerta que tanto necesitaba. Delantero de alma, goleador de Reserva e incluso preseleccionado a un Sub-20 en Ezeiza, Matías encontró su lugar en este San Martín como volante. Un puesto en el que nunca jugó pero al que se adaptó más que bien siendo la figura ante Independiente Rivadavia. Ese domingo, las hizo toda pero desacostumbrado a tanto desgaste en el ida y vuelta, terminó hasta acalambrado.

Hoy, en el regreso a las prácticas apuntándole al choque contra Atlanta del domingo próximo, Matías Giménez analiza y disfruta a la vez lo que le pasa: "Soy un privilegiado. Jugar en el club que tanto quiero, al que llegué a los 8 años, es cumplir el sueño. Lo disfruto pero a la vez, me lleno de responsabilidad porque a esta chance hay que aprovecharla. Con Garelli tuve la oportunidad de entrar ya en Santiago del Estero y con Grelak ya se me dio la continuidad en una posición que nunca había jugado. Pero me adapté y dejo todo. Me pide que llegue mucho, que encare, que juegue pero además que colabore. Es ser más completo en todo y lo estoy aprendiendo".

Analizando las sensaciones después de un arranque complejo, Matías atribuye todo a una sola cosa: la cabeza. "Creo que dimos un vuelco desde lo mental. Nos convencimos de que se podía revertir y ganar en Platense nos abrió la mente. Nos soltamos y pudimos jugar mejor contra Independiente. Pero claro, es el comienzo de lo que queremos. Hay objetivos muy importantes como grupo y yo que soy de los más jóvenes trato de asimilar de los que más experiencia tienen para vivir estos momentos. La humildad para aprender siempre es clave. Eso trato de aprenderlo en cada práctica, cada viaje, cada partido", reconoce el pibe que vive en Rawson. El futuro está ahí, esperándolo y Giménez lo asume: "Llegar a Primera División y vivirlo como jugador de San Martín es el gran sueño. Trabajo para eso pero además uno quiere crecer en esto, llegar a otros niveles pero sin sacrificio y trabajo diario nada es posible".

Los afectos

Matías se crió en San Martín. Empezó a los 8 años y esa pasión en verde y negro nació de su misma sangre porque su abuelo Héctor y su papá Daniel se lo hicieron mamar desde niño. Pero junto a Matías también están sus primos, Juan José y Luciano, dos que lo respaldan a muerte en cada paso que da. En las redes sociales, su primo "Juanjo" fue el que dejó ver todo lo que la familia Giménez siente y le dedicó esto: "El que me conoce bien, sabe que desde muy chiquito lo primero en mi vida es San Martín más allá de cualquier cosa. Y esto que estoy viviendo hoy parece como muy loco pero es algo que siempre soñamos con alguien que también es hincha de San Martín, que es mi primo y mi amigo; nos tocan diferentes tipos de roles pero siempre soñamos con vos estar ahí adentro de la cancha luchando y yo en la tribuna porque siempre soñamos desde nuestro humilde lugar con hacer más grande al club que tanto queremos, al club del abuelo". Un fragmento que muestra lo que es San Martín para los Giménez.


Prácticas
 

Apuntándole al partido de la fecha 10 que será el domingo próximo en Atlanta, San Martín volvió a los entrenamientos en horario matutino. El tema a resolver es la lesión de Marcos Gelabert quien salió sentido ante Independiente Rivadavia de Mendoza el domingo pasado.