Puertas cerradas, una pandemia robándose la atención de la humanidad, idas y vueltas sobre si jugar o no, antes y durante el partido. Gimnasia y Banfield disputaron un encuentro clave que abrió la Copa Superliga y con muchísimo valor en la lucha por mantener la categoría. Y sin embargo no pasó absolutamente nada. Ya sea por la coyuntura, porque no había la tensión que suele bajar desde las tribunas, por las falencias futbolísticas que mostraron o por lo que sea, pero el Lobo y el Taladro terminaron repartiendo puntos en una tarde-noche que será recordada por lo ajeno a la pelota. De fútbol, ni hablar.

Y es que, tanto en La Plata como en el resto del planeta, el tema más importante era el coronavirus. Y las discusiones sobre si se debía jugar o no, evidentemente dispersaron la concentración de los jugadores para un partido importantísimo. De hecho, arrancó 15 minutos más tarde y con innegables consecuencias futbolísticas.

El clima y el nivel fue de un amistoso de esos que suelen inaugurar las pretemporadas, cuando parece que las piernas todavía están duras y que es más importante ir aceitando movimientos que quedarse con los porotos. Pero en una instancia que empieza a ser determinante, sobre todo para el equipo de Maradona, que necesita salir del fondo de la tabla de promedios. El Lobo, que generalmente juega con el cuchillo bien apretado entre los dientes, que logró volver a dar pelea y a sumar puntos que lo mantienen ilusionado con zafar en base a la intensidad, se contagió del silencio del Bosque. Tuvo 15 minutos en los que salió con hambre, pero no logró sostener la actitud aguerrida que lo caracteriza desde que asumió Diego. Y el Taladro, al que tampoco le sobraron luces, comenzó a mejorar y a dominar, con sus limitaciones, el encuentro. De hecho, pudo haberse puesto en ventaja en el primer tiempo si Merlos no obviaba el penal de Melluso sobre Lenis, el más picante de un partido chato.

Lo único que generó el Tripero de bueno fue un remate de Eric Ramírez que se fue por arriba del travesaño y un tiro libre del Caco García que Arboleda despejó hacia un costado. Después, poco y nada. Y la parda, más allá de algún enojo que quedó en Banfield por el error del árbitro, le sirvió más a la visita, que todavía no puede relajarse en la lucha por mantener la categoría, aunque tiene más aire y mantuvo a raya a un competidor directo. Para el Gimnasia del Diez, sabor a poco.