Clásica postal. Manu, pronto a cumplir 40 años, vuela hacia el aro para anotar con San Antonio Spurs.

El escolta bahiense Emanuel Ginóbili confirmó ayer que jugará un año más en la NBA con San Antonio Spurs, tras haber acordado la renovación de su contrato con la franquicia texana. ‘Seguiré vistiendo la #20 un tiempito más!!‘, oficializó el propio basquetbolista argentino en su cuenta de Twitter, tras los rumores que circularon fuerte en la jornada del martes sobre la renovación del contrato.

Ginóbili, que el próximo 28 de julio cumplirá 40 años, regresó de sus vacaciones en Ibiza, España, para cerrar las negociaciones que le permitirán jugar su décimo sexta temporada con la franquicia texana.

En la pasada temporada, Ginóbili cobró 14 millones de dólares, lo cual representó su segundo mejor contrato en los Spurs tras el rubricado en 2012/13.

El que acordó en las últimas horas será el sexto contrato que el bahiense firma con los Spurs desde su llegada en 2002.
En la última temporada Ginóbili promedió 18,7 minutos y 7,5 puntos por partido, y tuvo un rol determinante en la serie ante los Houston Rockets, en las semifinales de la Conferencia Oeste.

El escolta argentino se ubica entre los cinco primeros en la historia de la franquicia texana en las categorías de partidos (992), puntos (13.467), asistencias (3.838) y robos (1.349). 

 

No habrá ninguno igual

Por Gerardo Alaniz
galaniz@diariodecuyo.com.ar
DIARIO DE CUYO

Ginóbili le sigue agregando capítulos a su vida de película. Más allá que sería el yerno que toda suegra anhelaría, ahora sí parece que estamos frente al último año dentro de una cancha del mejor basquetbolista de la historia nacido en esta latitudes. No solo de la Argentina (ese rótulo ya se lo adjudicó hace tiempo) sino de toda Latinoamérica. Por algo en la NBA muchos piensan que el bahiense es el ‘mejor extranjero de la historia de esa Liga’. De solo pensar que el Narigón lucha por ese privilegio, el orgullo que sea ‘nuestro’ se potencia. Ginóbili aún mantiene su ADN competitivo en ebullición. Por eso continúa. El bronce para la estatua ya se lo ganó y es conciente, como un gigante que es, que él quiere retirarse del básquetbol y no a la inversa. Su ultra profesionalismo le permite jugar a los 40 años y no solo ser competitivo, sino el ‘alma’ de un San Antonio que busca refundarse tras el adiós de Tim Duncan (una herida que aún no cerró). No queda otra que disfrutarlo, porque hay tan pocas cosas claras en esta vida como que ‘no habrá ninguno igual’.