Era el día para ganar. Como que la obligación por quedarse con los tres puntos estaba casi sentenciada. Por muchas razones. Porque tenía que demostrar que su estadía en Primera División no es casualidad. Porque arrancaba jugando en su casa. Y porque enfrentaba a un rival directo en esa lucha despiadada por quedarse en el fútbol grande del país. Ante ese combo de obligaciones, San Martín respondió bien. Se paró firme. Fue siempre ordenado. Y, especialmente, metió los estiletazos en los momentos justos. Entonces ganó nomás. Hizo feliz a su gente en este re-estreno en Primera División soñado por el pueblo verdinegro. Fue 2-1 sobre Tigre y punto. Nada más, ¿para qué más?
San Martín no se detuvo en brillar en el desarrollo del partido. Le importó, eso sí, el fin y las consecuencias. Porque los noventa minutos en Concepción fueron de un pobre nivel. Chato de ideas y amarrete en el juego. Pero tuvo esos clics necesarios para inclinar la balanza. En este caso en favor del Verdinegro. Primero, porque el Negro Roberval definió a las mil maravillas un exquisito pase de Maxi Núñez cerca del final del primer tiempo para el primer grito. Y, después, porque Lucas Landa se elevó ante los cansados centrales rivales y estampó su cabezazo, ya en la recta final del complemento, para el segundo. Ahí sí fue partido liquidado. Ni siquiera aquel descuento de Pio, en el epílogo del choque, desmembró el objetivo logrado por el equipo de Concepción.
Para largar con la crónica del partido, bien importante es tener en cuenta aquellos imponderables que tuvo que aguantar el técnico Garnero. Primero se le cayó Canuto, después Quiroga. Más tarde Poggi, también Mauro Bogado. Todos lesionados. Entonces, para armar el rompecabezas tuvo poco tiempo.
Por eso, ayer, en el amanecer del partido, se notó el nerviosismo en San Martín. No sólo el debut lo asfixiaba. Era también eso: El poco tiempo de entendimiento entre sus piezas. Igual, se las arregló para ir acorralando a Tigre. Tuvo en Maxi Núñez a un jugador rápido para pensar y ejecutar. En Roberval al desequilibrio por un costado. Y en todo el resto, la bandera del orden y del sacrificio.
A los 9′, tras un error del dubitativo arquero García, Ayala lo tuvo en un rebote pero la tocó con la mano. A los 16′, luego de un centro del brasileño, el chiquito Núñez la metió cruzada y se fue lamiendo el palo opuesto. Era más el local. Aunque Tigre se las arregló para tener las suyas. En caso especial el Pelado Luna que, a los 25′, la aguantó muy bien y se la dio a Morales para que marcara pero éste se lo comió.
Parecía que la primera etapa se iba con el cero como número general, pero dos actores principales aparecieron en escena: Núñez y Roberval. El primero metiendo un pase sensacional al corazón del área. Y el Negro bajándola de pecho y clavando el derechazo fuerte al palo opuesto del ex Boca Javier García. Golazo. La diferencia ideal ante tanta medianía en el juego. Justo cuando el Verdinegro había perdido profundidad. Justo cuando Tigre se iba al descanso empaquetando lo que había venido a buscar: el empate.
Con las cosas así, el complemento cambió. No sólo que San Martín dejó de ser el dueño de la pelota sino que Tigre, por méritos propios, fue metiendo al equipo sanjuanino en cercanía de su área. El mediocampo del Matador empezó a tocar y los espacios le empezaron a aparecer solos. San Martín, con escasos recursos, se refugió y no tuvo ni fuerza para apostar a alguna contra. Justamente le salió una recién a los 33′, encabezada por Núñez (a esa altura, la figura de la cancha), que esperó a Graf y se la tocó como diciéndole "dale, hacelo" pero el delantero dudó una décima de segundo y su tiro fue cortado con las piernas por García.
De pronto, con Tigre dueño de casi todo, a los de Victoria les cayó la ficha del esfuerzo sin premio. Se quedaron, lisa y llanamente, sin piernas. Entonces sí, los contragolpes locales lastimaron a Tigre. Tanto, que tras un córner, a los 38′, Landa la mandó al fondo con un cocazo frontal. Ganándole nada más ni nada menos a los inmensos centrales visitantes, por aquello de que no tenían piernas.
El descuento de Tigre ni se notó. Por Concepción ya era todo canto y festejo. San Martín ganó bien. En un partido malo. Aunque eso seguro no le importa. Porque, frente el combo de obligaciones, se metió los tres puntos en el bolsillo.

