No eran los chicos de la escuela Industrial enfrentándose con los de la escuela Boero, ni de ningún colegio de los que suelen habitar la plaza principal de San Juan los viernes por la tarde.

Tampoco eran los hinchas de ningún equipo local festejando el campeonato obtenido. Ayer por la mañana, aún con los 6 grados bajo cero de temperatura y un Sol que no alcanzaba para calentar los pies congelados, la Plaza 25 de Mayo se vio copada por chilenos y uruguayos, que en número desigual (los de la Roja triplicaban en cantidad a los orientales) se batían a duelo en guerra de hinchadas. Con algunos peruanos coreando por su Selección.

Y cuando la batalla no podía estar más encarnizada, apareció lo impensado: un hincha mexicano, uno solo, en medio de una marea de banderas celestes y blancas, por un lado, y rojas, blancas y azules por el otro.

Sin amedrentarse, el mexicano posó para las fotos, bailó con todo el mundo y se paseó por toda la plaza, envuelto en su bandera roja, verde y blanca. Después llegó otro puñado de compatriotas suyos, con los característicos sombreros, que competían con las pelucas celestes de los hinchas uruguayos.

Los cantos eran de lo más variados: desde el archiconocido “Chi-chi-chi, le-le-le” de los trasandinos, hasta el “Volveremos, volveremos/volveremos otra vez/volveremos a ser campeones/como la primera vez” de los uruguayos, en clara alusión al primer Mundial que ganaron. Y en el medio, otros más creativos, con música de alguna canción de Fito Páez o ritmo de cueca chilena.

Desde la calle, los autos llevando banderas chilenas tocaban bocina dando vueltas alrededor la plaza y algunos hasta se animaban a detener la marcha para unirse al coro de voces que iba y venía. Al grito de “¡chilenos, a juntarse!”, se arracimaban en el centro, junto a la fuente, y ahí podía verse claramente cuántos eran. Los uruguayos, que eran menos, se dispersaban entre la gente porque según dijeron, “no andamos todos juntos”.

Pasado el mediodía y aún cuando la concurrencia no era tanta, la Plaza 25 de Mayo seguía siendo de los turistas que vinieron para la Copa América. Y ante los ojos de los transeúntes, siguieron cantando hasta que se hizo la hora de ir al Estadio Único, para alentar a sus equipos.