Orden acatada. Durante el desarrollo del juego los ingresos se cerraban y nadie podía ingresar al estadio. Costó pero todos acataron la orden.

Si traer la Copa Davis a la provincia fue una misión complicada, adaptarse a las normas que exige el tenis, fue aún más difícil para los sanjuaninos. Es que mientras dura el partido tiene que haber absoluto silencio y eso a los locales, desacostumbrados a seguir la disciplina en vivo y en directo les costó demasiado. Ni siquiera en el tono más bajo posible. Nada. No debía siquiera volar una mosca. Basta con explicar que cuando comenzaba un game los ingresos se cerraban para que nadie caminara por los pasillos, hasta que todo el mundo estuviera sentado en su lugar, el juego no comenzaba. Al principio costó, tanto que el juez del encuentro debió pedir silencio en el primer single entre Kicker y Jarry la primer jornada, incluso en el single siguiente Schwartzman se molestó con un hincha argentino que no se sentaba en el momento en el que iba a realizar un saque. Lógicamente el silencio se terminaba cuando finalizaba el game, ahí sí todo el mundo estallaba alentando a sus selecciones y comenzaba el duelo de las hinchadas.