El ciclista neerlandés Fabio Jakobsen (Quick-Step Alpha Vinyl) logró ayer la victoria en la accidentada segunda etapa del Tour de Francia, disputada sobre 202,2 kilómetros entre las ciudades danesas de Roskilde y Nyborg, en la que el belga Wout van Aert (Jumbo-Visma) entró como segundo para coronarse nuevo líder de la general.

Jakobsen, con un tiempo de 4 horas, 34 minutos y 34 segundos confirmó su estatus de velocista al ganar al sprint la etapa a van Aert, que arrebató la malla amarilla por un solo segundo al belga Yves Lampaert, primer líder de la ronda francesa tras la contrarreloj de Copenhague y compañero de equipo del vencedor de la segunda jornada.

El esperado viento y la tensión por alzarse con la etapa protagonizó la caída de decenas de ciclistas en el último tramo. Lampaert se fue al suelo, antes de cruzar el puente del Grand Belt.

Faltando tres kilómetros para la llegada, el pelotón vivió un último sobresalto con una montonera que no afectó la clasificación general. Entre los involucrados estuvo el esloveno Tadej Pogacar (UAE), el principal candidato al Tour como vigente doble campeón, que cruzó la línea de meta sin apenas pedalear por un pinchazo en la rueda delantera y sigue a 8 segundos del líder.

Magnífico. El puente del Grant Bell, una de las obras arquitectónicas más importantes de Europa, recibió ayer al enjambre multicolor.

La fuga del día estuvo a cargo de cuatro corredores, que no pudieron culminar el trabajo en los últimos 30 kilómetros tras el imponente ritmo del pelotón. El danés Magnus Cort (EF Education-EasyPost) fue uno de los cazados, aunque su dominio en dos de los tres puertos del día -el Cote d"Hove Straede y la Cote de Karup Strandbakke- le confirmaron como el primer líder de la clasificación de la montaña.

La ronda francesa continuará hoy con la celebración de su tercera etapa, y última en tierras danesas, de 182 kilómetros entre las localidades de Vejle y Sonderborg. Un recorrido de perfil llano con tres puertos de cuarta categoría.

El Tour rodó sobre el Báltico

La etapa de ayer recorrió los 16 kilómetros del puente Grant Bell, obra arquitectónica que une dos islas de Dinamarca, Selandia y Fionia, apoyándose a mitad de camino en el islote de Sprogo, que no alberga actualmente ninguna población permanente, "pero que hasta hace 60 años fue utilizado por las autoridades del luteranismo intransigente para recluir y aislar a mujeres a las que se consideraba "patológicamente fáciles y promiscuas" en aras, oficialmente, de evitar un aumento de la natalidad. Cuando el pelotón pasó ayer, las mujeres ya no estaban ahí (las liberaron en 1961), pero sí centenares de aficionados con camisetas amarillas", relata en su crónica de ayer en el diario El País, de España, la excelsa pluma del periodista Carlos Arribas.

La construcción de este impresionante puente llevó diez años (1988 a 1998), a través de esta obra, Suecia y Finlandia, unidas a Dinamarca por otros puentes se conectaron por tierra y tren a Europa.