El uno para el otro. Julián para Messi y Messi para Julián. Uno con un enorme corazón para tener la visión futbolística de ponerse el equipo al hombro en el momento más difícil del encuentro y el otro con unos pulmones que parecieron multiplicarse para correr todas las pelotas en el campo rival. Con esos argumentos, Julián Álvarez y Lionel Messi fueron las figuritas del pasaje a la final del Mundial de Qatar.

Entre ellos se repartieron el principal protagonismo, fueron los dos quienes empujaron a un plantel que detrás también hizo lo propio para meterse en la final. En el Lusail, que por la cantidad de argentinos que albergó fácilmente pudo compararse con cualquier estadio argentino, la primera media hora se vivió a dientes apretados. No había llegado con mucho juego la Selección, solo las jugadas del incansable Julián Alvarez que corría todas, casi como si tuviera cuatro pulmones. Es que el ex River no solo corre, sino que también apura y así también fue a apurar cada saque del arquero croata. 

Todas lo buscaban a él. El "tractorcito" Alvarez iba al frente siempre, sin desperdiciar nada. Fue hasta que a los 31, Enzo Fernández le puso una pelota al vacío para que Julián fuera. El pibe encaró, aprovechó un hueco entre los centrales para ponerse cara a cara con el arquero Dominik Livakovic, quien le cometió penal. Era el turno para que Messi comenzara a escribir la historia y Lio con calidad, no defraudó para estampar el 1 a 0 a los 33 minutos.

El protagonismo no cesó para ese chico de Calchín, el pueblo cordobés que lo vio crecer. Porque apenas cinco minutos después el delantero del Manchester City se despachó con un gol que lo terminó de catapultar como una de las estrellas de este Mundial. Es que para ser estrella no importa la edad y eso lo dejó plasmado Alvarez en ese gol "maradoniano" que terminó siendo el 2-0. No existieron las palabras justas para graficar la magnificencia de ese gol. Argentina salió de contragolpe, Messi casi desde el suelo lo vio a Julián, el tractorcito encaró, fue pasando a los defensores croatas y casi como Maradona ante Inglaterra en el Mundial 86, el pibe cordobés hizo "el" gol. En la repetición de la televisión, el ex River iba pasando a Jospi Juranovic y Borna Sosalos con una sonrisa en su rostro, como si fuera festejando la tremenda hazaña que estaba logrando.

Pero como la unión y la solidaridad son valores que abundan en el seleccionado argentino, otra vez hubo devolución de gentilezas entre Julián y Lionel en el complemento. Iban 24 minutos cuando Messi le dejó el tercero casi en bandeja al atacante del City. El rosarino volvió a demostrar que éste es "su" Mundial. Con una gran jugada individual se sacó al defensor croata de encima, y le dejó la definición al cordobés que tampoco falló en poner el 3-0.

Messi y Julián. El corazón y el pulmón. Los "organos" principales para que el cuerpo de la Selección funcione y siga haciendo ilusionar a todo un pueblo que sueña con que el domingo sea el gran día.