La quinta edición del Desafío Ischigualasto, que se realiza entrando en la noche, en la que José González ganó la general, fue todo un éxito con el récord de 500 inscriptos (el doble del año pasado) y con un récord de sensaciones por parte de los participantes al desarrollarse en un escenario imponente.
Sobre las seis de la tarde del sábado el latido del corazón de los deportistas que competían en duatlón comenzó a acelerarse, porque transitar el Valle de la Luna mientras se esconde el Sol, era sensacional.
Comenzó en un alto ritmo de competencia, porque el trayecto permite recorrer el lugar de forma rápida, aunque con varias subidas, que por ser empinadas son dificultosas, pero al no ser un circuito muy técnico permite transitarla algo más relajado.
Una carrera convertida en espectáculo, porque estaban los que querían llegar primeros, pero también aquellos que caían rendidos por la belleza del paisaje natural. A medida que pasaban los minutos el Sol cada vez más tenue, le daba protagonismo a la esfera blanca alojada en el cielo que generaba en más de uno un brillo en los ojos, y los labios separados ahuecando la boca sin despedir palabra alguna. Ni hablar de aquellos que pedaleaban con una cámara de fotos en la mano y sin apuro se detenían en medio del sendero a fotografiar el lugar, para tener un recuerdo imborrable de esa carrera que no fue tan carrera, sino una brillante experiencia.
La misma imagen se reproducía para los que sólo hacían la de mountain bike, quienes habían largado media hora después.
Para los que hacían la más larga era dejar los 40 km de bici y salir con la linterna en el casco para encarar a pie el Cerro Morado. Otra postal.
El soplar del viento a más de 30 km por hora le dio el toque especial a la competencia por el escenario imponente. Los competidores que se entreveraban el las ráfagas, aunque quedaba en segundo plano por el principal objetivo, disfrutar del contexto y finalizar la carrera.
La competencia entraba en su tercer hora y la luna como única testigo del evento en todos lados, alumbraba, tras serla única fuente de luz natural en el lugar. Espléndida. Brillosa.
Por el Morado podían verse las luces de cada pedestrista como formaba una procesión que se cruzaba porque los adelantados estaban de regreso y otros recién en ascenso. Para más, la marcha parecía acelerarse con los gritos de los familiares que al compás de “vamos, vamos” las palabras se convertían en energía. Fogonazos tierra adentro, eran indicios que aún había tiempo para recuerdos fotográficos.
La carrera organizada por Kuntur fue todo un éxito, porque el objetivo por sobre todas las cosas es que el deporte crezca y esta innovación nocturna que cada vez tiene más adeptos en Ischigualasto, sólo apunta hacia arriba.
La Luna brilló en su Valle
La competencia que contó con 500 deportistas fue todo un éxito en la noche de luna llena vallista.

